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Cercado por todas partes de berberiscos que devastaban sin cesar la Andalucía, se anonadó, y no pudo dar nunca un paso mas allá de tus murallas. Te vió con dolor abatida, devorada por el hambre, consumida por la peste; pero no fue capaz ni aun de procurarte pan teñido con la sangre de tus hijos.

Desentendiéndose del belicoso tráfago que repugna á sus instintos, y desconociendo la índole de la agitacion que causan en su Estado los numerosos ejércitos de berberiscos, egipcios, mamelucos, esclavos y renegados, que dirige el usurpador de su autoridad, pasa la indolente é inútil vida en los brazos de sus sultanas y concubinas, encerrado en sus palacios y jardines. ¡Cuán diverso su omnipotente ministro!

Influyendo por lo mismo su consejo, antes de la retirada al Bósforo, se dirigió la armada turca á Trípoli, poniendo sitio á la ciudad por mar y tierra con asistencia de los secuaces conservados por Dragut entre los berberiscos .

A España vinieron sucesivamente atlantes, iberos primitivos, proto-escitas, fenicios, celtas, griegos, cartagineses, romanos, godos, alanos, suevos, vándalos, judíos, árabes, sirios, persas, eslavos, berberiscos, normandos y hasta negros de más allá del Sahara. Sobre poco más ó menos, en los demás países ha sucedido lo mismo.

Es fuerza ver fin y punto a las contemplaciones; también suenan ciertos rumores de moros berberiscos saltados en la playa, y que se abrigan en estos contornos. ¿Qué es esto, señor, no hay justicia? ¿Se han de permitir por más plazo los tratos y contratos de los rebeldes, la murmuración y las sediciones? ¿Qué es esto, señor? ¿Señor, dónde estamos?

No me quiero acordar de lo del cabo de Finisterre, donde por la cobardía de nuestros aliados perdimos el Firme y el Rafael, dos navíos como dos soles, ni de la voladura del Real Carlos, que fue una traición tal, que ni entre moros berberiscos pasaría igual, ni del robo de las cuatro fragatas, ni del combate del cabo de...

Los piratas berberiscos, los marinos genoveses y españoles y los caballeros de Malta se degollaban implacables sobre las cubiertas de las galeras, y al ser vencedores respetaban la vida del prisionero, tratándolo caballerosamente. Barbarroja, almirante de ochenta y cuatro años, llamaba «mi hermano» á Doria, su eterno rival, que tenía cerca de noventa.