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Actualizado: 3 de julio de 2025


Y como el castigado hiciese ademán de responder presentando alguna excusa, añadió el P. Prior: Sean cuarenta los días de reclusión y ayuno. Y hora tras hora se cumplió íntegra la sentencia; y como un hermano llevase á hurtadillas al castigado algo más sustancioso que pan y agua, el P. Prior, que era un Argos, lo supo y le recetó otro mes de igual penitencia.

Nunca se apartaba della la gitana vieja, hecha su Argos, temerosa no se la despabilasen y traspusiesen; llamábala nieta, y ella la tenía por abuela.

D. Gregorio continuó: El terror que le inspiraba su marido, la vigilancia del argos con faldas que tenía en su cuñada y su propio arrepentimiento, hicieron que la Condesa no volviese a ver en secreto al Marqués. Este desechó de su alma, con el andar del tiempo, amor tan peligroso y ya imposible o casi imposible de satisfacer, y se distrajo con más fáciles amores.

Yo, aunque me ciña ajorcas, zarcillos y turbante, tengo en las venas mías la sangre palpitante, la misma que en el ara oblacionó Rizal." ¡Loor a tu boca altiva, Mindanao, isla de oro, Cólquida rediviva, a donde van los Argos de un moderno Jasón! Tu increpación histórica tiene inmanente vida; es la consigna étnica de que jamás se olvida ni el hombre de Bisayas, ni el hijo de Luzón.

Siempre atendidas de Argos y espiadas, Y que al menor resquicio de recreo Da Parladario leyes ajustadas. Por acá, como al fin todas sois flores Y estáis en escampado, no hay rocío Que no acuda á vestiros de verdura.

Y el amor tiene mayores garantías de éxito cuando emplea los cien ojos de Argos que cuando elige cubierto con la venda de Cupido. El amigo Cupido y su venda constituyen un símbolo que no resiste el menor análisis. Los símbolos de los griegos, siempre graciosos, no siempre son razonables. Bella es en el cielo la hora del alba. Bellísima es en el alma la aurora del amor.

Qual si fuera un petrarte Apolo envia, Adonde está el teson mas apretado, Mas dura, y mas furiosa la porfia. Quando me paro á contemplar mi estado Comienza la cancion, que Apolo pone En el lugar mas noble y levantado. Todo lo mira, todo lo dispone Con ojos de Argos, manda, quita y veda, Y del contrario á todo ardid se opone.

Enfadóme la vida estrecha del aldea y el desamorado trato de mi madrastra; dejé mi pueblo, vine a Toledo a ejercitar mi oficio, y en él he hecho maravillas; porque no pende relicario de toca, ni hay faldriquera tan escondida, que mis dedos no visiten, ni mis tiseras no corten, aunque le estén guardando con los ojos de Argos.

¿Cómo ha podido adquirir tanta copia de noticias? Un Argos no bastara para ver y notar tanto en tan breve tiempo; y ademas, ¿cómo habrá sabido lo que pasaba allí donde no ha estado, es decir, á centenares de leguas á derecha é izquierda de la carretera, canal ó rio por donde viajaba? Hélo aquí.

De que Mercurio y Argos tengan el carácter heroico y grandioso que su naturaleza sobrehumana y poética debiera infundirles, no se ha cuidado el artista en lo más mínimo: antes al contrario, parece que ha puesto empeño en rebajarles, no sólo a la condición de simples mortales, sino de hombres bajos y ordinarios; el guardián del vellocino de oro, tiene trazas y se ha dormido en postura propia del más zafio lugareño; el mensajero de los dioses viene a robarle sin gallardía, como un rateruelo vulgar.

Palabra del Dia

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