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Actualizado: 28 de junio de 2025
Y sin embargo... ¡quién sabe!, la riqueza no es la dicha, no lo ha sido nunca; cuando más, puede aceptarse como un medio para afirmarla... Tal vez ni aun esto era cierto. Recordaba la wagneriana leyenda del anillo del Nibelungo, el milagroso oro del Rhin, símbolo del poder mundial.
Serénese usted, que ningún mal ha causado más que a sí misma... Ni el inocente ni el culpable tienen nada que temer de mí. Que lo teman todo de Dios... Después de pedir muchas veces perdón y derramar infinitas lágrimas, Obdulia besó otra vez con devoción el anillo del prelado, y se levantó. Sin alzar los ojos del suelo murmuró débilmente: Adiós, señor obispo.
Amainamos de golpe, porque, topando en ellos, no se abriese, y en todo aquel día y aquella noche se congelaron las aguas tan duramente y se apretaron de modo que, cogiéndonos en medio, dejaron al navío engastado en ellas, como lo suele estar la piedra en el anillo.
A la gran barbarie del mar correspondía la barbarie de su servidor el marino; a la brutalidad del elemento salobre, la brutalidad humana. En aquella época, un marino volvía a su rincón con un anillo en la oreja, una pulsera en la mucheca y una cacatúa o una mona en el hombro.
Si un huevo pasaba por el anillo o pesaba un adarme menos que otro, lo dejaba.
Lope, según la expresión de Sancho Panza, tiene siempre á mano el reino de Dinamarca ó de Sobradisa, que le vienen tan de molde como anillo al dedo, y destroza con portentosa presteza á los emperadores de Trebisonda ó á los tiranos de la Albania.
Era como un islote redondo, de un cuarto de milla de bojeo, con un lago en medio, también redondo, formando así un como anillo de unos cien pies de ancho, cubierto de árboles, con una angosta abertura hacia el Sudoeste.
La infeliz mujer, tan prendada de los poderes autoritarios, no sabía que el Soberano tiene una esposa, la Ley, y que, según el arreglo que hemos hecho, con el anillo nupcial de este himeneo se han de sellar lo mismo la sentencia que el perdón. Hemos dicho que Augusto volvió a la casa de Isidora.
El enamorado aprovecha estos momentos, en que se imagina que no lo observan, para declarar su amor á Julia; ésta desliza en su mano un anillo, y para la noche siguiente lo cita en el jardín.
"A mí decía otro esta joya, que vale por dos de esas cadenas." "A mí replicaba éste me dió tanto dinero." Y aquél repetía: "Más me ha dado a mí en este solo anillo de diamantes que a todos vosotros juntos."
Palabra del Dia
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