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Actualizado: 21 de mayo de 2025
En la recitación firme, exacta y variada, se proponen los mejores actores españoles amoldarse á la índole del verso, no debiendo olvidarse que se ven obligados á aplicarse con esmero al desempeño de su papel, excitados por el buen gusto del público, y por la atención incansable con que éste escucha cada una de las palabras que pronuncian.
Es verdad que los afortunados arruinaban a los infelices, pero ¡qué remedio...! Había que amoldarse a las exigencias del mundo, tomar parte en la «lucha por la existencia»; la sociedad estaba constituida así. Para que vivan unos hay que devorar a otros.
Este talento especialísimo poseíalo el portugués en grado sumo, y así era él de escurridizo, de flexible y de listo; sabía amoldarse a las circunstancias, aprovechar los momentos y servirse de los hombres. De todo sacaba partido y lo mismo espigaba en los campos de la miseria, que segaba en los de la opulencia.
Esta mirada de traviesa alegría se reflejó igualmente en el espejo, con tales proporciones y tal intensidad de efecto, que Ester no creyó que pudiera ser la imagen de su propia hija, sino la de algún trasgo ó duende que trataba de amoldarse á la forma de Perla. Vamos, Perla, dijo la madre llevándosela consigo. Ven á ver este hermoso jardín.
La línea de infantería se aplastó en el suelo. Los hombres se contraían, para hacerse menos visibles, junto á las aspilleras por las que asomaban sus fusiles. Muchos se habían colocado la mochila sobre la cabeza ó la espalda para que les defendiese de los cascos de obús. Si se movían, era para amoldarse mejor en la tierra, buscando excavarla con su vientre.
Estas eran para Desnoyers todas las transformaciones que la guerra había realizado en torno de él. Las gentes acabarían por acostumbrarse á la nueva existencia. La humanidad posee una fuerza de adaptación que le permite amoldarse á todo para continuar subsistiendo. El esperaba continuar su vida como si nada hubiese ocurrido. Bastaba para esto que Margarita siguiese fiel á su pasado.
No creo que permanezca mucho tiempo en el cuerpo, a pesar de su ardor de militar, porque tiene la imaginación demasiado viva y el espíritu demasiado inquieto para amoldarse a la disciplina de los tiempos de paz.
En los rasgos de su fisonomía se revelaba una inteligencia notable, como la de quien hubiera cultivado de tal modo sus facultades mentales, que la parte física no podía menos que amoldarse á ellas y revelarse por rasgos inequívocos.
Tales viajes no eran del gusto de Ferragut. Le irritaba la marcha en fila, como un soldado, teniendo que amoldarse á las velocidades de buques despreciables. Aún le encolerizaba más verse obligado á obedecer al comandante del convoy, que muchas veces era un viejo marino de carácter autoritario.
Palabra del Dia
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