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Se le pasó por las mientes la idea de que la Gorgheggi fuera un gran capitán, un caudillo de amazonas de la moral, de mujeres de rompe y rasga; y ella iría a su lado como corneta de órdenes, como abanderado, fiel a sus insignias.

De aquí las patrañas o mitos de las hadas y encantadoras como Circe y Calipso, que convertían a los hombres en bestias; la ginecocracia, esto es, el imperio de la mujer, establecido en muchas partes, como en el país de las Amazonas y en la Arabia Feliz; y el omnímodo influjo, ora funesto, ora útil, que ejercieron algunas damas en los varones más crudos y valerosos, como Onfale en Hércules, Dálila en Sansón, Betzabé en David, Egeria en Numa, y Judit en Holofernes.

Estaba cansado; en todo el día no había comido más que el currusco de pan que le dio su tía al ir al trabajo. ¡Y había dado tantas vueltas a la rueda en el aposento obscuro del soguero!... ¡Y corrió tanto después para ir desde la calle de las Amazonas a su casa!... ¡Tenía un hambre tan atroz y una sed!...; sobre todo, una sed de padre y muy señor mío.

Muchas de éstas se lanzaron espontáneamente á manejar las armas antiguas, inventadas por los hombres, siguiendo los consejos de un profesor que creía haber adivinado su uso leyendo libros rancios. La mayor parte de los fusiles no funcionaron. En otros se rompieron los cañones, matando á las amazonas que los manejaban.

Encontrándose fuera, por decirlo así, del territorio de la provincia, pertenecen estos indígenas á esas numerosas naciones diseminadas sobre las riberas del rio Madeira, y sobre las del Amazonas y de sus tributarios. Lindaban por el sud con los Itenes y los Cayuvavas, y solo se relacionaban con los últimos.

Unidos, conquistaremos el mundo. Si fuese menester, hasta nos convertiremos en amazonas. Teletusa será Bradamente y yo la propia Pentesilea. Yo estaré contigo, Morsamor, hasta que se harte de tu alma.

Para formarse una idea de aquel tejido vigoroso de troncos, parásitos, lianas, enredaderas, todo ese mundo anónimo que brota del suelo de los trópicos con la misma profusión que los pensamientos e ideas confusas en un cerebro bajo la acción del opio, es necesario traer a la memoria, no ya los bosques seculares del Paraguay o del Norte de la Argentina, no ya la India misma con sus eternas galas, sino aquellas riberas estupendas del Amazonas, que los compañeros de Orellana miraban estupefactos como el reflejo de otro mundo desconocido a los sentidos humanos.

Francisco Baçan, autor de danzas, se concertó con la Ciudad en sacar una de espadas con 20 figuras con su panderete un tamboril y unas chapas en precio de 40 ducados y otra intitulada La conquista de las amazonas, por 160 ducados. Luis de Vergara, autor de comedias, concertó con la Ciudad en 14 de Mayo del mismo año por ante Antonio de Alfaro á representar dos autos, en 700 ducados.

Precisamente pensaba á todas horas en las amazonas con pantalones que figuran en los films de los Estados Unidos, y había echado largas galopadas para ir hasta Fuerte Sarmiento, el pueblo más inmediato, donde los cinematografistas errabundos proyectaban sobre una sábana, en el café de su único hotel, historias interesantes que le servían á ella para estudio de las últimas modas.

El Alcalde las llamaba sus amazonas, y una hermosa intérprete nos informó, en buen castellano, que habían venido á escoltarnos hasta Lucban, que se hallaba próximamente á una legua de distancia. La presencia de ellas era tan inesperada, como agradable y sorprendente. Noté que las tagalas montaban indistintamente, á uno ú otro lado del caballo.