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Actualizado: 17 de noviembre de 2025


En éstas y otras, volvieron a unirse y apretarse los altos muros de la barrera; fue estrechándose el valle del otro lado, y cuando quedó convertido en un saco angosto, dimos en una aldehuela que llenaba todo el fondo de él.

Vestía una gorra de velludo con presilla de acero, un coleto de ante, cruzado por una banda roja, una loba abierta de paño burdo que dejaba ver el coleto, la banda y un ancho talabarte de que pendía una enorme espada, unas calzas rojas imitadas á grana, y unos zapatos altos.

Injúriame, hiéreme, mátame: no me defiendo. El martirio no me arredra. Mi voluntad, de Dios abajo, nadie la mueve. Y si acaso mi voluntad quedase aniquilada por la muerte, la idea que sustento siempre quedará viva, triunfante... MÁXIMO. No veo, no puedo ver ideas grandes en quien no tiene grandeza, en quien no tiene piedad, ni ternura, ni compasión. PANTOJA. Mis fines son muy altos.

La noticia de los altos salarios que obtienen en las grandes ciudades manufactureras ó comerciales ciertas clases de obreros, ha conmovido profundamente á los paisanos proletarios, inspirándoles el deseo ardiente de mayor lucro. Para ellos cada gran ciudad ejerce la misma atraccion fascinadora que la fabulosa California, de 1848 á 1853, para los emigrantes europeos.

6 Y los asnos monteses se ponían en los altos, aspiraban el viento como los dragones; sus ojos se cegaron, porque no había hierba. 7 Si nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh SE

El antiguo palacio imperial, construído por los soberanos de la penúltima dinastía, ocupaba el centro de la ciudad y era la residencia de los altos señores del Consejo Ejecutivo.

Por intrincado laberinto de densos bosques, de tajados riscos y de altos cerros cubiertos de nieve iba prolongándose el canal en mil tortuosos rodeos.

Si las rocas abruptas de los altos valles sirvieron para defender á las poblaciones pacificas contra toda invasión, en cambio los montecillos del llano sirvieron muchas veces de atalaya y lugar de rapiña á algún rapaz barón.

Es un hombre buenísimo, pero no el esposo que necesita una mujer como yo. Nunca ha sabido comprenderme. Además, es un débil en la batalla de la vida; y yo, que he nacido para altos destinos, estoy donde estoy por su falta de condiciones, habiendo venido á parar á una tierra casi salvaje.

Los indios son en grande muchedumbre, Que nunca acabaremos describillos: Difieren en los trajes y costumbre, Y asì se diferencian sus aillos; Subidos en los altos de la cumbre Del cerro, ac

Palabra del Dia

vengado

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