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Actualizado: 23 de julio de 2025
Para impedir su total destrucción, Manuel, ayudado por Momo, lo había sujetado con el peso de algunos cantos traídos de las ruinas. «Ya que no quieras albergar más a tu dueño le decía Manuel , aguarda al menos a que muera, para hundirte.»
Pues cuando se supo la aceptación del duque de Tornos, se le destinó el cuarto entero del matrimonio joven. Este bajó de nuevo a ocupar sus antiguas habitaciones. Arreglóse aún mejor de lo que estaba, y eso que estaba bien, pues Venturita había exagerado el lujo de la decoración. Pronto y con poco esfuerzo quedó convertido en una mansión digna del personaje que iba a albergar.
»Recuerdo que precedieron a la fiesta largas horas de punzante inquietud, de ávida contemplación de mis flamantes y simbólicos arreos de batalla, tendidos sobre lechos, sillones y cojines: desde el menudo zapato de raso, hasta las flores de la cabeza, pasando por un océano de sedas, encajes, plumas y crespones; todo aéreo, todo casto, todo simple, como pedían y piden los estatutos de la Orden para una doncella de mi edad y condiciones, a quien no le es lícito, todavía, albergar malicias en su cabeza ni torpes sentimientos en el corazón; otras horas, no tan largas, en lo más recóndito de mi gabinete, entre menjurjes, abluciones y atildaduras de tocador.
En unos cuantos días tuvo que hacer de albañil, de carpintero y de cerrajero, construyendo una casa para albergar á Eva y á sus hijos. Después hubo de domesticar á muchos animales, para que su trabajo resultase más fácil y su nutrición más abundante.
A estas buenas personas les disgusta tener una niña en el teatro y querrían traerla al buen camino a fuerza de puntapiés en... ¡Ya me entiende usted...! En fin, si usted quisiera, vendría conmigo al curso de Canto donde la rapaza se perfecciona; le echaríamos el guante, usted le diría buenas cosas y yo me la llevaría a Bizons. ¡Usted no puede negarme esto, que causará, además, un efecto excelente en su distrito...!» Yo no me había olido la trastada, y seguí a mi Chabornac; llevóme a lo más hondo de una callejuela, allá, por el bulevar de Estrasburgo; subimos la escalera de una casa tan nauseabunda, que usted no la hubiera encontrado digna de albergar siquiera sus canes.
Preguntó a Miquis si también en aquel sitio destinado a albergar lo sublime dejaban entrar al pueblo, y como el estudiante le contestara que sí, se asombró mucho de ello. Llegaron por fin al Buen Retiro, cuyo lindo nombre ha querido en vano cambiarse con el insulso rótulo de Parque de Madrid.
Palabra del Dia
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