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Actualizado: 16 de julio de 2025
Por virtud de los agregados, un secreto divulgado puede volver a ser un secreto perfecto. No hay paradoja. Me explicaré. Un secreto, un verdadero secreto, supone un hecho cierto, un suceso ocurrido. Los agregados que cada indiscreto le va poniendo pueden alterar completamente el hecho, trasformarlo en absoluto. Con esta alteración radical de la verdad, el hecho vuelve a quedar en secreto.
Tras de él iba el mulatillo, abriendo los ojos cada vez con mayor asombro al no comprender nada de tales brujerías. Los dos jóvenes argentinos agregados a la expedición se habían subido a la cumbre de una roca, y allí estaban sentados con las piernas colgantes.
En los otros vehículos llegaban montañas de panes cada uno de ellos del tamaño de un grano de maíz ante los ojos del gigante , pirámides de frutas enormes para los pigmeos, pero que venían á ser del volumen de un cañamón, y montones de quesos. Una sección de atletas agregados al ejército traía en varios vagones una docena de toneles de agua.
Un grupo de hombres ha permanecido en el andén hasta el último instante mirándolas con mudo respeto: unos en traje civil, de sobria elegancia, esbeltos, bien afeitados, con un monóculo bajo la ceja arqueada, secretarios y agregados de la Embajada británica; otros con uniforme de marino, pero uniforme de batalla, sin faldones, sin dorados, apoyándose en un bastoncillo de paseo, ostentando en la visera de la gorra el reborde de laureles que distingue á los jefes superiores.
Lo que a mí me parece es que los cuatro pueblos de Santiago, Santa Rosa, Nuestra Señora de Fe y San Ignacio Guazú deberían quedar agregados al obispado del Paraguay, y los veinte y seis restantes al de esta provincia; y que sus límites, por el norte, fuesen el monte de Santiago hasta el Paraná, como queda dicho, bajando por él hasta la ciudad de Corrientes, incluyendo en esta provincia aquella ciudad y su jurisdicción, y bajando hasta el río Guayquiraro, que sirviese de términos por la banda del oeste, y siguiendo el Guayquiraro hasta su origen, y de allí línea recta a buscar el arroyo Mocoretá hasta el Uruguay, pasando a buscar el río Cuarey, como ya queda dicho.
Entró en esto Adolfo, que venía del Jockey-Club, donde con harto sentimiento de sus padres perdía tiempo y dinero jugando al Pocker con los ratones agregados á la Embajada alemana. El roce continuo con estos diplomáticos le había engreído y extranjerizado, y no tenía otros tópicos de conversación que el Polo y el Lawn-Tennis.
Palabra del Dia
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