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Actualizado: 2 de junio de 2025
Y de ello se trató largo y tendido entre los dos hermanos con entero y cabal beneplácito del marido de Lucrecia, la cual engordó de pronto cosa de ocho libras más, porque también los pensamientos agradables y las esperanzas risueñas se convertían en substancia para aquel corpazo tan agradecido.
Mediana de estatura, su rostro prolongado y sus agradables facciones no ofrecían rasgos característicos.
Eso no es más que una galantería de usted, Suárez dijo una señora. ¡Ya se ve! repitieron varias. Es la pura verdad, y cualquiera que haya vivido allí algún tiempo lo podrá decir. En Madrid no hay términos medios: o las mujeres son totalmente hermosas o totalmente feas. No hay el conjunto de rostros agradables y simpáticos que aquí veo.
Había dado su sangre el general Saldaña por la reconstitución del pasado; él perdería la suya allanando el camino del porvenir. Los tiempos cambian. El pasado son unos cuantos siglos y el porvenir es infinito. Pero no era un ruso verdadero. El sensualismo latino despertó en él apenas quiso llevar á la práctica su decisión heroica. La vida es buena y ofrece cosas agradables.
¡Para la sangre!» repetí yo sin poder reprimir un estremecimiento de terror. Miré la arena; miré a los marineros, que con gran algazara se ocupaban en aquella faena, y por un instante me sentí cobarde. Sin embargo, la imaginación, que entonces predominaba en mí, alejó de mi espíritu todo temor, y no pensé más que en triunfos y agradables sorpresas.
Después, a la hora de la comida, eran los comentarios, los recuerdos agradables, los berrinches por supuestas ofensas que en el primer instante habían pasado inadvertidas, y que, agrandándose ahora en la imaginación, pedían venganza. Las dos niñas recordaban la ligera sonrisa de las de López al examinar sus disfraces de calabresas. ¡Reírse de ellas! ¡Las muy cursis!
Creo que esta irrupción de Jacobo infundió alguna reserva en los demás pasajeros, particularmente en los que procuraban hacerse más agradables al bello sexo. Inmediatamente uno de ellos se inclinó hacia la señora del velo, y al parecer la informó con un solo epíteto de la profesión de don Jacobo.
Yo había retenido el lecho de abajo; así, me llamó la atención, al llegar a la división que me correspondía, ver instaladas ya dos personas. Eran un hombre de barba blanca, de unos 60 años de edad, y una niña de 20, esbelta, de facciones agradables y finas.
Una de las impresiones más agradables que recibió en la aldea, fué al ir por primera vez á oir la misa de la parroquia.
En una aldea que está hasta dos leguas de aquí, donde hay mucha gente principal y muchos hidalgos y ricos, entre muchos amigos y parientes se concertó que con sus hijos, mujeres y hijas, vecinos, amigos y parientes, nos viniésemos a holgar a este sitio, que es uno de los más agradables de todos estos contornos, formando entre todos una nueva y pastoril Arcadia, vistiéndonos las doncellas de zagalas y los mancebos de pastores.
Palabra del Dia
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