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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Aquí, matas enteras de la púrpura mas viva ó del dorado de mayor pureza, allí, los acacias cuyo olor es idéntico al de la bainilla, acullá, enfin, la pudorosa sensitiva con sus leves penachos color de rosa, lisongean agradablemente á la vista y sonrien á la imaginacion. Fisonomía animal.

Multiplícanse unos sobre otros los relieves, distribúyense caprichosamente acá y acullá las leyendas religiosas, repítese mil veces en las paredes de los salones y los patios un mismo verso del Coran, un mismo mote. Reina en muchas partes un gusto frívolo: hay en todo belleza, pero belleza de ejecucion, no esa belleza que el sentimiento inspira.

Vivía entonces España pendiente de una discusión de Cortes, de un grito que se daba aquí o acullá, en los talleres de un arsenal o en los vericuetos de una montaña; y cada quince días o cada mes, se agitaban, se debatían, se querían resolver definitivamente cuestiones hondas, problemas que el legislador, el estadista y el sociólogo necesitan madurar lentamente, meditar quizás años enteros antes de descifrarlos, y que una multitud en revolución decide en pocas horas, mediante una acalorada discusión parlamentaria, o una manifestación clamorosa y callejera.

Allí pululan los animálculos luminosos que, atraídos momentáneamente á la superficie, aparecen formando regueros, serpientes de fuego ó resplandecientes guirnaldas. En su transparente espesor debe estar alumbrado el mar acá y acullá con tales resplandores; las mismas aguas tienen cierto brillo, una semi-luz que se nota sobre los peces, así vivos como muertos.

Así que, ganando un lugar y deslizándose por aquí, y pasando por acullá, haciéndose el poste a veces, afirmándose otras, y siempre mejorando de puesto, ello es que al fin se puso a tiro silencioso del objeto de su viaje, término y blanco del correo perdido, la hermosa María.

Estaban todos los agujeros poblados de brújulas; allí se veía una pepitoria, una mano y acullá un pie; en otra parte había cosas de sábado: cabezas y lenguas, aunque faltaban sesos; a otro lado se mostraba buhonería: una enseñaba el rosario, cuál mecía el pañizuelo, en otra parte colgaba un guante, allí salía un listón verde.

Con todo esto no parecía de endeble salud, y era bien proporcionado de cuerpo, la barba negra y hermosa, el cabello rebelde a las artes del peluquero, flexible y libre, ondulante por aquí y por acullá, sin simetría ni compás, mas no sin cierta colocación propia que caracterizaba y embellecía la cabeza.

La vista de las lucecitas diseminadas que brillaban aquí y acullá en la ciudad, produjo un efecto desagradable a la señora Chermidy. Al llegar al término de un viaje, la esperanza que nos había llevado hasta allí con sus alas nos falta, y caemos rudamente sobre la realidad. Lo que nos parecía más seguro queda velado por la duda; no contamos ya con nada y empezamos a esperarlo todo.

Aquí sospira un pastor, allí se queja otro; acullá se oyen amorosas canciones, acá desesperadas endechas.

Acullá de improviso se le descubre un fuerte castillo o vistoso alcázar, cuyas murallas son de macizo oro, las almenas de diamantes, las puertas de jacintos; finalmente, él es de tan admirable compostura que, con ser la materia de que está formado no menos que de diamantes, de carbuncos, de rubíes, de perlas, de oro y de esmeraldas, es de más estimación su hechura.

Palabra del Dia

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