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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Eran mujeres que casi podían ser sus madres: prostitutas callejeras, que tomaban a risa la pasión de sus hombrecitos y les aconsejaban que robasen, pues sólo podían creer en su cariño cuando se presentaban con dinero. El empleado habló a uno de éstos: ¿Y la novia? ¿viene a verte alguna vez? Contestó con un movimiento negativo. ¡Las mujeres! ¡todas iguales! ¡Sólo eran tiernas cuando veían parné!
Otra mujer, una mujer en todo distinta de la Condesa, había seducido a Luis d'Arda: éste había tratado de resistir, persuadido de que cometería una infamia traicionando a la jovencita, dándole el ejemplo del mal, él, a quien no sólo el deber sino también el interés, aconsejaban seguir por el recto camino que al principio se había trazado; pero la tentación lo había vencido. ¿Qué se debía pensar de la sospecha de la Condesa, de que él mismo se había dado la muerte? ¿Que su alma elevada atribuía al esposo la decisión de castigarse, ya que había sido incapaz de evitar el error? ¿O más bien la imaginación romántica de la joven veía un suicidio donde no había más que un desgraciado accidente?
Y emprendió de nuevo su paseo murmurando injurias contra el enemigo del Papa. D. José siguió también dándole duro, como le aconsejaban, por un buen rato. Después pasó a otro asunto y por fin terminó deseando la gloria eterna a todos los presentes. Cuando la gente salió de la iglesia era ya anochecido.
Y al mismo tiempo que un secreto sentimiento, la vergüenza, le hacía apartar la vista, el instinto y el hábito de la investigación le aconsejaban insistir en su actitud para que la acusada, no viéndose ya observada, descuidara contener la impresión verdadera que le causaba aquella revelación.
«La doctrina que afectaban profesar se reducía á recomendar á sus secuaces larga oración y meditación sobre las llagas de Cristo Crucificado, de la cual oración, hecha del modo que ellos aconsejaban, venían á resultar movimiento del sentido, gruesos y sensibles, ardor en la cara, sudor y desmayos, dolor de corazón y movimientos libidinosos, que aquellos infames llamaban derretirse en amor de Dios.
Palabra del Dia
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