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Actualizado: 20 de julio de 2025
Al ver entrar a su amiga, el inválido puso una cara muy risueña. Todos los sentimientos los expresaba ya riendo. La mandó sentar a su lado, y aun quiso seguir en su solaz inocente; pero tuvo que suspenderlo para coger la trompetilla. Fortunata cogió en sus manos uno de los gatitos para acariciarlo.
Pero el otro, sin desconcertarse, sin dejar de acariciarlo con los ojos, contestó con suave desmayo: No seas ordinario; no digas esas cosas... Llámame alma iniciada. Huyó Maltrana de tales... almas, no volviendo más a la cervecería. Cansado de tertulias estériles y acosado por la necesidad, tuvo que pensar en la conquista del pan. Nada le restaba de la herencia de su protectora.
Ahora no podía ver á un niño sin acariciarlo con la vehemencia del remordimiento. También había sostenido disputas en varios países con los carreteros que golpean á sus bestias, con los dueños de hotel que no le permitían guardar en su habitación los perros y gatos sin dueño encontrados en las calles. Antes de la guerra, su lástima era toda para los animales. La humanidad sabe defenderse.
Gonzalo llevó la mano a él, pero no hizo más que acariciarlo. ¿Qué, no se le ha quedado? Es que está muy bien sujeto. Y salió corriendo de la estancia. Un rato todavía duró el cuchicheo secreto. Se tocaron algunos puntos de la vida futura. Cecilia escuchaba a su madre disertar sobre lo que debían hacer una vez casados, sintiendo un cosquilleo en el alma que apenas era poderosa a ocultar.
Esta palabra pareció contrariarla; retiró bruscamente su mano, y volviéndose hacia Mervyn que bostezando se secaba al sol, púsose á acariciarlo: ¡Oh! tonto, gran tonto dijo. ¡Qué bestia eres! En tanto, manaba yo agua sobre la hierba como una regadera, y no sabía qué hacer de mi individuo, cuando la joven volviéndose á mí, me dijo con bondad: Señor Máximo tome la barca y márchese pronto.
Pero su odio sólo se limitaba a los mayores, a los que le temían, pues si algún muchacho de la vecindad pasaba por cerca de él, acogíale con una sonrisa semejante al bostezo del ogro, y extendiendo su mano callosa pretendía acariciarlo.
Palabra del Dia
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