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Actualizado: 1 de junio de 2025


Celebradísimo fué el papel de el Engañado por peregrino y caprichoso, sacando, al mismo tiempo que le acababa, otro del pecho el Engañador, llamado así en la Academia y en los tres hemisferios , y fiscal de la presente, que decía desta manera: «PRONÓSTICO Y LUNARIO DEL A

La compondrán dos académicos de la Real Academia Española, elegidos por sus compañeros; uno de la sección de música de la Academia de Bellas Artes; otro elegido por las secciones de artes del dibujo que hay en la misma Academia; otro elegido por la Academia de la Historia entre sus individuos de número; y, por último, el primer actor del teatro que ya hemos creado.

D. Modesto Falcón, individuo correspondiente de la Real Academia de San Fernando, Secretario de la Comisión de Monumentos de Salamanca, etc., etc. Dice así: «Parece que en los últimos años del siglo XV llegó á Salamanca la Corte, y con la Corte muchos grandes, prelados, damas y caballeros.

Eugenia, absorbida por completo en las reflexiones que han hecho nacer en ella los dos espectros, ni hace mucho caso de la cólera de su padre, ni presta grande atención á las pretensiones de su amante. No mucho después, se juntan en la casa de Filipo cierto número de mancebos y doncellas para una fiesta y una especie de academia poética en honor del príncipe Cesarino, hijo del Emperador.

Sin embargo el autor del m. s. citado Antigüedad y grandezas etc., propio de la Real Academia de la Historia, afirma que la primera capilla que se fundó fué la de S. Lorenzo, por el arcediano de Córdoba D. Sebastian en tiempo del rey S. Fernando, siendo sus capellanías las mas antiguas de aquella santa iglesia despues de las de la veintena. ¿Cuál era esta capilla de S. Lorenzo? El Sr.

Pero, con todo esto, llevado de sus pocos años y de su poca experiencia, pasó con ella adelante algunos meses, en los cuales le sucedieron cosas que piden más luenga escritura, y así, se deja para otra ocasión contar su vida y milagros, con los de su maestro Monipodio, y otros sucesos de aquéllos de la infame academia, que todos serán de grande consideración, y que podrán servir de ejemplo y aviso a los que los leyeren.

Para dar una idea del culto que Esquilache rendía a las letras, nos será suficiente apuntar que, en Lima, estableció una academia o club literario, como hoy decimos, cuyas sesiones tenían lugar los sábados en una de las salas de palacio.

Demostrando grandes condiciones para la enseñanza, á Castillo acudieron no pocos discípulos, siendo su academia la que más frutos obtuvo para el arte, de aquellas otras que tenían en sus talleres el clérigo Roelas, Herrera el Viejo y Francisco Pacheco.

A los veinte años cumplidos, y puesto ya, por muerte de su padre, en posesión de su título, entró en la Academia de Artillería, y el año de 59 marchó a la guerra de África, a bordo de la escuadra que mandaba el general don Segundo Herrera.

Es un modesto dormitorio de campesino, con dos grandes camas. Las paredes no están empapeladas; vense descubiertas las vigas del techo... Hace cuatro años, cuando la Academia concedió al autor de Mireya el premio de tres mil francos, ocurriósele a la señora Mistral una idea. ¿No te parece que empapelemos tu alcoba y le pongamos cielo raso? preguntó a su hijo. ¡No, no! repuso Mistral.

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