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Actualizado: 25 de junio de 2025
El acaso y el error. Celos, aun del aire, matan. Andrómeda y Perseo. El alcalde de Zalamea. La banda y la flor. Con quien vengo, vengo. El alcaide de sí mismo. El carro del cielo. De una causa dos efectos. Bien vengas, mal, si vienes solo. Certamen de amor y celos. Los cabellos de Absalón.
Y se puso el rey a la entrada de la puerta, mientras salía todo el pueblo de ciento en ciento y de mil en mil. Y todo el pueblo oyó cuando mandó el rey acerca de Absalón a todos los capitanes. 6 Salió, pues, el pueblo al campo contra Israel, y se dio la batalla en el bosque de Efraín.
30 Y estando aún ellos en el camino, llegó a David el rumor que decía: Absalón ha muerto a todos los hijos del rey, que ninguno de ellos ha quedado. 31 Entonces levantándose David, rasgó sus vestidos, y se echó en tierra, y todos sus siervos tenían rasgados sus vestidos. 35 Y dijo Jonadab al rey: He allí los hijos del rey que vienen; porque así es como tu siervo ha dicho.
33 Y le dijo David: Si pasares conmigo, me serás de carga; Por tanto, todo lo que oyeres en la casa del rey, darás aviso de ello a Sadoc y a Abiatar sacerdotes. 37 Así se vino Husai amigo de David a la ciudad; y Absalón entró en Jerusalén. Y Siba respondió al rey: He aquí él se ha quedado en Jerusalén, porque ha dicho: Hoy me devolverá la casa de Israel el reino de mi padre.
32 Y Absalón respondió a Joab: He aquí, yo he enviado por ti, diciendo que vinieses acá, a fin de enviarte yo al rey a que le dijeses: ¿Para qué vine de Gesur? Mejor me fuera estar aún allá. Vea yo ahora la cara del rey; y si hay en mí pecado, máteme.
7 Y al finalizar [un periodo predeterminado de] cuarenta años aconteció que Absalón dijo al rey: Yo te ruego [me permitas] que vaya a Hebrón, a pagar mi voto que he prometido al SE
8 Y derramándose allí el ejército por la faz de toda la tierra, fueron más los que consumió el bosque de los del pueblo, que los que consumió el cuchillo aquel día. 10 Y viéndolo uno, avisó a Joab, diciendo: He aquí que he visto a Absalón colgado de un alcornoque. Y tomando tres dardos en su mano, los hincó en el corazón de Absalón, que aun estaba vivo en medio del alcornoque.
Basta callar. La Sibila del Oriente. Primero soy yo. El secreto á voces. La desdicha de la voz. El pintor de su deshonra. La cisma de Ingalaterra. Los cabellos de Absalón. Las cadenas del demonio. Las armas de la hermosura. La señora y la criada. Nadie fie sus secretos. Céfalo y Proclis. El castillo de Lindabridis. San Francisco de Borja. Bien vengas, mal, si vienes solo.
2 Y se volvió aquel día la salud en luto para todo el pueblo; porque oyó decir el pueblo aquel día que el rey tenía dolor por su hijo. 3 Se entró el pueblo aquel día en la ciudad escondidamente, como suele entrar a escondidas el pueblo avergonzado que ha huido de la batalla. 4 Mas el rey, cubierto el rostro, clamaba en alta voz: ¡Hijo mío Absalón, Absalón, hijo mío, hijo mío!
36 Y cuando él acabó de hablar, he aquí los hijos del rey que vinieron, y alzando su voz lloraron. Y también el mismo rey y todos sus siervos lloraron con muy grandes lamentos. 37 Mas Absalón huyó, y se fue a Talmai hijo de Amiud, rey de Gesur. 39 Y el rey David deseó ver a Absalón; porque ya estaba consolado acerca de Amnón que era muerto.
Palabra del Dia
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