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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Los contrastes fuertes y picantes de sus ensueños de gloria y de su vida de bastidores con la mezquina prosa de una existencia difícil, llena de los roces ásperos con la necesidad y la miseria, le parecían a Reyes motivos de poética piedad y daban una aureola de martirio a sus ídolos.
¡Cómo! ¿No sabe Vd., exclamó el capitán del barco, que el médico de esta plaza, Chillingworth como dice llamarse, está dispuesto á compartir mi cámara con Vd.? Sí, sí, Vd. debe saberlo, pues me ha dicho que es uno de la compañía, y además íntimo amigo del caballero de quien Vd. habló, de ese que corre peligro aquí en manos de estos viejos y ásperos gobernantes puritanos.
En seguida, con verbosidad soñolienta, entrecortada sólo por los ásperos esfuerzos con que descargaba de rato en rato su garganta, fuele diciendo que, según recientes averiguaciones, los moriscos preparaban un levantamiento general en todo el reino, y que era menester sorprenderles con las manos en la masa.
Persuadíale tambien á que se colocase y detuviese en su pueblo, á esperar el segundo destacamento que le seguia, porque el terreno que habia de transitar en adelante era muy quebrado; los caminos, á mas de ser ásperos, estaban llenos de angosturas, y que era excesivo el número de indios que se reunia para embarazar el paso á las tropas.
De esta suerte funda su modo de pensar en esta materia. «Los nombres propios ahora sean de hombres ó de lugares, ahora de cualquiera otra cosa te parecerán ásperos y de dura pronunciacion, y bien pudiera yo acomodarlos á nuestro vulgar idioma, mas tuve por mejor ponerlos en su propia voz por la confusion que la mudanza de ellos suele comunmente causar; que si los que escribieron ó tradujeron historias, guardaran la regla de nombrar siempre las personas y tierras con sus mismos términos y, voces, sin mudarlos, no hubiera en la leccion de ellos tanta confusion.»
Víctor, Víctor dijo Cigarral , así haya consuelo con esta visita, como bien me suenan a mis orejas estos ásperos sonidos. Plegue a Dios que lleguen tiempos en que el clarín de la fama no sepa repetir sino estos sones de mi buen amigo, y sírvale de premio tal corona, por las buenas obras de que me es portador.
Miraba al cielo la pequeña india, como en éxtasis; los cohetes subían tan alto, que parecía iban a agujerear la negra bóveda. El chico del almacén salió para un recado, y al pasar echó la zarpa a los pelos ásperos de la muchacha, verdadera diadema de cerda, y la obsequió con un tirón, a guisa de saludo. ¡Malo! dijo ella. ¡India! dijo él. Y se alejó, sacando la lengua. Al rato volvió.
Luego, al reclinar la cabeza en los ásperos almohadones del vagón, se acordó del suave pecho de Cristeta. La forma del recuerdo no era en verdad, muy desinteresada; pero lo cierto es que echó de menos a su víctima, cosa en él enteramente nueva. Al otro día pernoctó en Burdeos. Comió poco, callejeó sin saber por dónde, y se acostó. ¡Santo Dios qué noche!
Los ayunos y penitencias de toda clase, cada vez más frecuentes y ásperos, aumentaban el entusiasmo y la seráfica alegría de su alma, pero enflaquecieron al cabo notablemente el cuerpo.
El hombre mas experto, el de la mas prodigiosa memoria de localidades, se perdería en Toledo, sin el auxilio de un guia, al volver la segunda esquina de una callejuela. Casas desiguales y de construccion tosca y antiquísima encajonan todas las calles, dándoles un aspecto lúgubre y siniestro, como si se anduviese por los ásperos é irregulares senderos de una montaña.
Palabra del Dia
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