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Era un ejército de jóvenes. Jamás se peleó tanto, ni se peleó mejor, en el mundo por la libertad. Bolívar no defendió con tanto fuego el derecho de los hombres a gobernarse por mismos, como el derecho de América a ser libre. Los envidiosos exageraron sus defectos. Bolívar murió de pesar del corazón, más que de mal del cuerpo, en la casa de un español en Santa Marta.

Desgraciadamente siguieron las huellas del maestro poetas adocenados y pobres de imaginación, que exageraron hasta lo sumo sus locuras y caprichos, dando tortura á las palabras y acumulando obscuras metáforas y voces nuevas y disparatadas. Disfrazaban su incapacidad con un turbión de palabras pomposas, y les servía su estilo hiperbólico y ampuloso para ocultar la pobreza de su ingenio.

Al cabo de algún tiempo dio un grito y Tristán le vio sin sombrero. ¡Qué! ¿también a usted? dijo sin poder disimular su satisfacción. Pero el caballero presentó su sombrero diciendo con sorna: No; yo he sido más listo que usted y he podido atraparlo en el aire. Las señoras, que se hicieron cargo de la broma, soltaron la carcajada y aun exageraron un poco su risa.

Estos raros fenómenos o alucinaciones en que Felicita se veía envuelta, a causa, tal vez, de la debilidad, se exageraron cuando entró, en el cuarto mortuorio. Parecióle que la descomposición y descuartizamiento de que era víctima el mundo se verificaban con mayor saña y absurdidad, como obedeciendo a un designio diabólico, en el cadáver de Anselmo Novillo.