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Actualizado: 22 de julio de 2025
Tanto como yerran los que han creído que eran las carabelas de Palos embarcaciones menores sin cubierta, tanto se equivocan muchos al presumir se guiaban por la aguja flotante primitiva á que aluden las Leyes de Partida y las obras de Raimundo Lulio.
Pues si todas aquellas apariencias externas se compadecen tanto con la virtud como con el vicio, ¿por qué ha de gobernarse el hombre por ellas para afirmarlo? Del mismo modo yerran los que juzgan lo contrario. Cleóbulo, dice otro, va con hábitos largos, el cuello torcido, sombrero grande, con gran compostura, y despues se ha averiguado que era hipócrita, y por tal le han castigado.
Clara estuvo un momento sin poder articular palabra. La repentina noticia la turbó tanto, que no se atrevió á preguntar más. Hermana prosiguió la devota, ¡qué muchachos los del dial! ¡Qué horrible corrupción! Ese joven debe ser un monstruo. Pero ¡ay! debemos tener compasión con los delincuentes que yerran. No es que crea yo, como Orígenes, que hasta el diablo se ha de salvar.
Porque juzgo que, por sobra de valor, yerran los primeros, en no ver abismos donde puede haber flores; y tengo para mí que, por hartura de miedo, yerran también los segundos, en no concebir una flor sin que oculte detrás un precipicio.
Por otro camino yerran otros, y los precipita su imaginacion. Como todos sentimos, é imaginamos las cosas en la niñez, y entonces no razonamos, hacemos un hábito de imaginar de tal suerte, que despues quando exercitamos la razon nos vemos obligados á imaginar los objetos sobre que razonamos, y no podemos percibir la cosa si no formamos imagen sensible de ella en la imaginacion.
Este punto es importantísimo al público, y yerran muchísimos padres en la crianza de los hijos, porque no consideran que su imaginacion es contagiosa, y que los hijos la reciben y se forman á su modelo.
18 Destapa mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley. 21 Reprendiste a los soberbios, malditos los que yerran de tus mandamientos. 22 Aparta de mí, oprobio y menosprecio; porque tus testimonios he guardado. 23 Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí, hablando tu siervo según tus estatutos. 24 Pues tus testimonios son mis deleites, y mis consejeros.
7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8 no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, 9 donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras, cuarenta años. 10 A causa de lo cual me enemisté con esta generación, y dije: Siempre yerran ellos de corazón, y no han conocido mis caminos.
Palabra del Dia
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