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En este sentido, el acónito resuelve los espasmos como la fiebre: febris solvit spasmos. Sin embargo la influencia del sistema nervioso continúa haciéndose sentir en el carácter activo de los fenómenos y en un estado de tension de la fibra, tanto mas marcada, cuanto mas próxima se la observa á la época del estado espasmódico primitivo.

Pero este desahogo de la naturaleza, de efectos desastrosísimos al exterior, puede precaverse por virtud á los seismógrafos y seismómetros, que al anunciar la tensión de los vapores interiores, los pequeños movimientos que éstos producen, precursores de otros más importantes, indican la mayor intensidad de tales fenómenos seísmicos en un plazo breve, y por lo tanto la posibilidad de nuevos y más intensos terremotos y los medios de precaverse de ellos.

Una contracción, producida, al parecer, por el hábito de la sonrisa; una tensión violenta de los párpados, como quien expresa el último grado del asombro; palidez mortal, interrumpida por súbitas inflamaciones de rubor; voz semejante á un quejido fatigoso y animada de repente con vibración desentonada, eran los caracteres de su dolencia, próxima á llegar al período de mayor exacerbación.

En la mucha ó poca rudeza de aquellos golpes, conocía el pobre servidor la tensión nerviosa en que su amo se hallaba. Hoy decía, M. Talma me ha pegado muy fuerte; trabajará bien. Otros artistas, por el contrario, buscan la codiciada perfección en la serenidad, en cierta laxitud íntima que les deja sentir mejor.

Es igualmente propio de la manzanilla, la supresion menstrual con escesiva sensibilidad, tension y eretismo, dolores como los del parto, sensibilidad en el hipogastrio, y mal estado de la nutricion, con derrames serosos. =C.= Afecciones nerviosas.

Grandes grietas se abren en el suelo violentado por la tensión de los cables subterráneos que sostienen el gigante caído; el agua de lluvia se introduce por esas fisuras y las ensancha; alrededor del tronco se forma una depresión circular que facilita más el desenterramiento de las gruesas raíces.

La miré largo rato a ojos descubiertos porque la veía muy bien, y porque cuando el hombre está así en tensión de aspirar fijamente un cuerpo hermoso, no recurre al arbitrio femenino de los anteojos. Comenzó el segundo acto. Volví aún la cabeza al palco, y nuestras miradas se cruzaron.

Le zumbaron los oídos; el deseo le galvanizó con dura tensión, lo mismo que en sus mejores tiempos. Y con un ademán de vencedor empujó la puerta, que sólo estaba entornada. Una mujer salió á recibirle en el vestíbulo, una mujer cuya presencia le hizo dar un paso atrás. ¡Valeria!... ¿Qué hacía allí? ¿Qué farsa era esta?... La joven intentó hablarle, y él también quiso hablar al mismo tiempo.