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Actualizado: 23 de septiembre de 2025


D. Agustín Durán en su introducción á la Talía Española: Madrid, 1834. D. Nicolás Antonio. Montalbán: Para todos; Hijos ilustres de Madrid. Así lo dice el mismo en Los Cigarrales de Toledo: Madrid, 1621. Aquéllos en el tomo segundo de las comedias, éstos en Deleitar aprovechando: Madrid, 1635.

Salpicado el relato de anécdotas curiosísimas, constituye esta obra perfecta un verdadero tesoro del arte de Talía. Un tomo de 288 páginas con 13 buenos retratos de actores y actrices: 2 pesetas. MARCEL PR

Yo no si las aficiones poéticas de Fernández habrán influído en las del pueblo; pero lo cierto es que sus vecinos prefieren el teatro bicol á toda otra diversión, y puesto que nos encontramos en lugar á propósito para tomar del natural un cuadro de costumbres indígenas no desperdiciemos la ocasión. Talía á la luz de un juepe.

Duran, en su Talía española, y después de él Ochoa, afirma que la edición de esta parte se hizo en el año 1616; pero esto no es posible, porque la comedia La villana de Vallecas, una de las incluídas en la misma, no se escribió antes del año de 1620, como resulta de una carta, que la precede, fecha en 25 de marzo de 1620, y de otras alusiones á sucesos de la misma época.

Creemos que la ciencia no se encuentra todavía en estado de dar una explicación satisfactoria a este enigma. Aquello fue un vértigo, un delirio; más de diez minutos duró el estrépito, mientras Euterpe y Talía permanecieron estrechamente abrazadas. Cuando empezó a sosegarse el tumulto se oyó uno voz que dijo: «¡Que se besenAl parecer, quien lanzó este grito fue un periodista de Lancia.

En su Discurso sobre la decadencia del teatro español, en su prólogo á la Talía española, y en muchos artículos de periódicos, demostró con singular talento las falsas ideas anteriores, recomendando con calor el antiguo teatro nacional, y enseñando á los poetas jóvenes la senda que habían de emprender para regenerar su literatura dramática, no ciertamente esclavizados por preceptos absurdos, sino escribiendo con entera libertad.

A modo de antenas, llevaba entre el revuelto peinado dos cuernecillos; el arca del cuerpo, encerrada en un corsé de terciopelo casi negro tornasolado, a listas pardas y de oro; y en lo restante de su persona, o, mejor dicho, personilla, porque era pequeña y traviesa, malla del color de la carne; las eternas mallas, que eran como el alma y principal aliciente de aquel templo de Talía.

Palabra del Dia

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