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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Apenas hubo dicho esto, cuando sentimos que el navío tocaba por los lados y por la quilla como en movibles peñas, por donde se conoció que ya el mar se comenzaba a helar, cuyos montes de hielo, que por dentro se formaban, impedían el movimiento del navío.
1.º Existen en nosotros facultades sensitivas que se desarrollan por efecto, ó con ocasion, de las impresiones orgánicas. 2.º Nada sentimos sino con sujecion á las leyes del organismo. 3.º Las representaciones sensibles internas no pueden formarse de otros elementos que de los suministrados por las sensaciones.
Es preciso que nos desnudemos rápidamente detrás del tronco de un árbol, para estar al abrigo del aire helado, que nos olvidemos del frío que contrae nuestros miembros; todo es en vano; el viento nos recuerda la dura realidad. A nuestros pies corre el agua, rápida y sombría; sin tocarla, sentimos que está helada; el soplo de aire que la riza nos hace temblar de frío.
Una pura representación de su pensamiento, un producto de él, un sueño quizá... ¡Un sueño!... Mientras dormimos también vemos, también palpamos, lo sentimos todo al igual que despiertos. ¿Por qué no ha de ser la vida un largo sueño? La diferencia que establece Kant entre la vigilia y el sueño le parecía deleznable.
Es indudable: si prescindimos de la extension, si esta sensacion, ó idea, ó sea lo que fuere, que sobre ella tenemos, no la realizamos en lo exterior, si no la consideramos como una representacion de lo que existe fuera de nosotros, todo se trastorna; no sabemos qué pensar ni de nuestras sensaciones, ni de sus relaciones con los objetos que las causan: todo da vueltas en derredor, nos falta una de las bases de nuestros conocimientos, tendemos en vano los brazos para asirnos de algun punto fijo, y preguntamos con desconsuelo, si todo lo que sentimos no es mas que una pura ilusion, si serán una verdad las extravagancias de Berkeley.
Después de haber triunfado de los pueriles temores, describimos una curva por debajo del agua y sentimos el aire silbar en nuestros oídos; la superficie, abierta por nuestra cabeza, se agita en derredor; nos sentimos como perdidos en un abismo rugiente que nos aprisiona.
Antes, la noche sólo tenía estrellas; ahora puede ofrecer de pronto teatrales mangas de luz en cuyo extremo amarillea el zepelín como un cigarro de ámbar. Sentimos el deseo de prolongar nuestra velada.
Lo que sentimos vario y múltiplo, no es el yo, sino lo que sucede en el yo; pensamos, queremos, sentimos cosas diferentes: pero la conciencia nos atestigua que quien las piensa, las quiere, las siente, es uno mismo: el yo.
Negando al alma la inteligibilidad inmediata se explica por qué es tanta la dificultad que envuelven las investigaciones ideológicas y psicológicas, señalándose la razon de la obscuridad que sentimos al pasar de los actos directos á los reflejos.
Ya dije que el Delfín prometió pensarlo; mas esto significaba sin duda la necesidad que todos sentimos de no aparecer sin voluntad propia en los casos graves; en otros términos, su amor propio, que le gobernaba más que la conciencia, le exigía, ya que no una elección libre, el simulacro de ella.
Palabra del Dia
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