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Actualizado: 8 de junio de 2025


Encontré a Lituca de la misma traza que cuando la conocí y como la había visto muchas veces mientras vivió en mi casa, de trapillo y trajinando; con un chal de abrigo cruzado en el pecho y anudado atrás, despeinada y con una bayeta en la mano, dale que le das para despolvorear los muebles, y soba que soba para sacarles brillo.

GELATINA DE UVAS. Suéltense los granos de uva, cuézanse en agua, cuélense para sacarles el zumo, pónganse al fuego con cien gramos de azúcar por cada medio kilo próximamente de jugo, espúmese bien y retírese cuando esté bien cocido y haya tomado una regular consistencia.

El 9 de Abril del año de 1724 fué la primera noche en que los hermanos del Pecado Mortal salieron por las calles á recoger limosnas, y éstas debieron darles buenos resultados, pues en pocos años llegaron á reunir un fondo bastante considerable, el cual aplicaban, entre otros objetos, á casar á los enamorados que vivían maritalmente, para sacarles del pecado, como cándidamente escribe un autor.

Y salía un regidor corriendo como un galgo, y al llegar a la casa señorial echando los bofes, sonreía y suspiraba con satisfacción viendo que el quefe estaba allí, paseando como siempre por su patio, dispuesto a sacarles del apuro como inagotable Providencia. «Fulano había dicho esto y lo otro». Deteníase en sus paseos don Ramón, meditaba un rato y acababa diciendo con fosca voz de oráculo; «Bueno; pues contestadle aquello y lo de más allá». El partidario salía desbocado como un caballo de carreras; todos sus compañeros se agrupaban ansiosos para conocer la sabia opinión y se establecía un pugilato entre ellos, queriendo cada uno ser el encargado de anonadar al enemigo con las santas palabras, hablando todos a la vez como pájaros que de repente ven la luz y rompen a cantar desaforadamente.

Las cofradías y sociedades devotas de Nieva no tenían en su seno otro cofrade más activo ni más poderoso, y contaban con ella en los trances difíciles como con un ángel tutelar que sabría sacarles del atolladero.

Cuando hizo una pequeña fortuna, continuó en las modestas funciones para conservar en su persona ese respeto supersticioso que infunde a los labriegos todo el que está en buenas relaciones con la ley, pero en vez de ser un pedigüeño, solicitante eterno del ochavo de los pobres, se dedicó a sacarles de apuros, prestándoles dinero con la garantía de las futuras cosechas.

Palabra del Dia

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