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Después demostraremos con más extensión y solidez, que entonces comenzó Lope de Vega á ejercer en el teatro influencia exclusiva, y la revolución que produjo en la literatura dramática, puesto que los mismos contemporáneos de Lope confiesan, que, en virtud de dichas causas, empezó una nueva época del teatro español, llamada por ellos su edad de oro . Más difícil parece determinar el año en que acaba este brillante período.

Esta capital de la República de los pigmeos se llamaba Mildendo en otros tiempos. ¿Cómo se titularía en el presente, después de haber ocurrido lo que el profesor Flimnap llamaba la Verdadera Revolución?... Las riquezas del Hombre-Montaña

El general dio orden al tabernero de que nos hiciese conducir con las debidas precauciones al colegio tan pronto como cesase el fuego. Al día siguiente supe que la revolución había triunfado.

Sus servidores le gritaban de vez en cuando una palabra en el idioma del país, que él no podía entender. Le dió, sin embargo, dos significados semejantes, y estaba casi seguro de no equivocarse. Aquellos hombres querían decir «guerra» ó «revolución». Indudablemente había surgido el movimiento insurreccional que venía preparando Ra-Ra. ¿Qué sería de Popito?...

Era antes de la revolución, durante un breve paso de Martí por Cuba; no solo antes de que el movimiento revolucionario estallara, sino también antes de aquella, para muchos aun no claramente conocida, aparición de Antonio Maceo en La Habana.

La revolución francesa, las jornadas del imperio y las encrucijadas de la Commune las recorre sin tropezar; en cambio da sendos traspiés al entrar en el campamento de Santa Fe ó al pasear los campos de Almansa y de Bailén.

Añádase que durante toda la revolución Córdoba ha sido el asilo de los españoles en todas las demás partes maltratados.

Durante la revolucion, el cuartel de los Inválidos tomó el nombre de Templo de la Humanidad. Bajo el imperio, se denominó Templo de Marte. Ir de la humanidad á Marte, es como ir de la Vírgen á las Sibilas, ó del Evangelio á la fábula. Aquí el monte Olimpo se puso sobre el monte Calvario, el alfanje sobre la cruz.

Los obreros que entonces llevaban la voz en la propaganda revolucionaria habían muerto, o habían envejecido, o se habían dispersado, o estaban desengañados de la idea; la generación nueva no era clerófoba más que a ratos; era amiga de la taberna, no del club. Se hablaba sólo de revolución social; y ya se decía que los curas no son ni más ni menos malos que los demás burgueses.

En la entrevista aludida manifestóme el Cónsul Pratt, que no habiendo los españoles cumplido con lo pactado en Biak-na-bató, tenían los filipinos derecho á continuar de nuevo su interrumpida revolución, induciéndome á hacer de nuevo la guerra contra España, y asegurando que América daría mayores ventajas á los filipinos.