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Actualizado: 11 de mayo de 2025
No pensar en los fines de las cosas es dar por huir de un peligro incierto, no en otro mayor, sino en uno, donde no puedan alcanzar los remedios ni la industria de los mortales, i sea necesario remitir al tiempo la cura de los daños que ocasione. RESUMEN del libro segundo. Fúndase la academia rabínica de Córdoba. Primeros varones que la ilustran. Noticia de algunos sabios rabinos.
Recogí el sombrero, me lo puse, y volví a alzar la cabeza y a remitir otra sonrisa, acompañada esta vez de un ligero saludo. Pero mi agresor seguía inmóvil y aterrado sin darse cuenta ni poder explicarse las amables disposiciones en que su víctima se hallaba.
Asimismo el Gobernador de Chucuito, luego que supo la alteracion de los primeros pueblos de su provincia, solicitaba los medios de sosegarla, y habiéndose tratado en junta, de guerra los que parecian mas oportuno, se propuso remitir gente armada para contener aquellos movimientos, á que no asintió Orellana por la consideracion de que, siendo dimanados de la misma causa que los demas, era indispensable que toda la provincia se conmoviese, y por consiguiente quedase encerrado el destacamento en el centro de ella: como efectivamente le sucedió al que, por órden particular de su Gobernador, se despachó á las del cacique de Pomata, D. José Toribio Castilla, que fué sacrificado con 25 hombres que le acompañaban en su mismo pueblo; ocasion que aprovecharon los vecinos para declararse á cara descubierta por el rebelde.
Las visitas cortas y tardías de aquel anciano misterioso, su desaparición y luego el extraño modo de remitir fondos sin escribir palabra, todo indicaba algo extraordinario, anómalo, y que trascendía a pecaminoso.
Remitir simplemente á mis lectores al indicado apéndice, seria poco ménos que obligar al que no lo tuviera á que se procurase el tomo segundo de nuestra BIBLIOTECA, y como uno de los propósitos de los que la publicamos es que las obras de su repertorio puedan adquirirse y leerse separadamente, aunque me exponga á repetir textos ya en ella insertos, voy á copiar á la letra lo que allí decia y puede servir ahora de preliminares con añadir tan solamente dos rectificaciones indispensables.
Recogí el sombrero, me lo puse, y volví á alzar la cabeza y á remitir otra sonrisa, acompañada esta vez de un ligero saludo. Pero mi agresor seguía inmóvil y aterrado sin darse cuenta ni poder explicarse las amables disposiciones en que su víctima se hallaba.
Aquí igualmente se veía el germen del mercader de arrugado ceño, barba gris y rostro devorado de inquietud, en el joven dependiente, lleno de viveza, que va adquiriendo el gusto del comercio, como el lobezno el de la sangre, y que ya se aventura á remitir sus mercancías en los buques de su principal, cuando sería mejor que estuviera jugando con barquichuelos en el estanque del molino.
Palabra del Dia
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