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Marchaban enfermas, desfallecidas de hambre, y cada vez que avistaban una pequeña ciudad prorrumpían en alaridos de gozo: «¡Jerusalén! ¡Es Jerusalén!». Y estaban aún en el centro de Europa: en Alemania o en Hungría. Abajo, en la proa, tiene usted a un heredero de aquellos héroes de la esperanza.

Algunas niñas hasta le habían preguntado si era amigo del rey y en qué época del año se daban los bailes de corte... Con los que no podían entenderles se expresaba en fuerza de cortesías y guiños, que provocaban risas comunicativas. Las artistas de opereta prorrumpían, al verlo, en carcajadas y frases incomprensibles. Aunque parezca inmodestia, debo declarar que aquí he caído de pie.

¡Pa ti!... ¡pa ti!... Los viejos prorrumpían en amenazas sordas. ¡Mala puñalá te den, beato roío! ¡Anda a que te... zurzan, ladrón!... Y Dupont, desde lo alto, abarcaba en una mirada lacrimosa sus campos, sus centenares de trabajadores que se detenían en el camino sin duda para saludarle, y participaba su emoción a los allegados. ¡Un gran día, amigos míos! ¡Un espectáculo conmovedor!

Pero Isidora, sin poder entender sus palabras, temblaba de espanto al oírlas. Luego se borraba el niño del campo de los sueños, y aparecía Joaquín en mitad de una orgía, ebrio de felicidad y de Champagne. Por delante de la mesa se paseaba una sombra andrajosa: era ella, Isidora. Todos la miraban y prorrumpían en carcajadas. Ella se reía también; pero, ¡cosa rara!, se reía de hambre.

Las gentes prorrumpían á sus espaldas en cariñosas rectificaciones. «Un hombre bueno, sin más defecto que la violencia de su carácter...» Y el señor Desnoyers conoció por unos minutos el grato ambiente de la popularidad. Al verse en el castillo dió por bien empleada la fatiga de la marcha, que hacía temblar sus piernas.

De suerte que algunos, los indiferentes, murmuraban e iban desertando de su casa. Pero a otros logró comunicarles su fuego: eran sus parciales apasionados y traían y llevaban cuentos y daban consejos y prorrumpían en exclamaciones de indignación cada vez que en cualquier parte oían nombrar a la Amparo.