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Actualizado: 15 de junio de 2025


Gener, por boca del Padre Eterno que imagina, convertir el veneno en bálsamo, el dolor en placer, las espinas en rosas y los microbios patógenos en microbios deleitosos. Pero, si nos incumbe hacer todo esto, no está bien que nos crucemos de brazos y prescindamos de nuestra incumbencia.

El empeño constante del Magistral en la cátedra era demostrar «matemáticamente» la verdad del dogma. «Prescindamos por un momento del auxilio de la fe, ayudémonos sólo de nuestra razón.... Ella basta para probar...». ¡Gran interés ponía en que la razón bastase! «La razón no explica los misterios, es verdad: pero explica que no se expliquen». «Esto es mecánico», repetía, descendiendo gustoso al estilo familiar.

Confieso que yo también quisiera ser Rey por doce horas. Pero cuidado, Raséndil, con tomar su papel muy por lo serio. No me admira que Miguel el Negro pareciese hoy más negro y tétrico que nunca, visto que usted y la Princesa parecían tener tantas cosas que decirse. ¡Qué hermosa es! exclamé. Prescindamos de ella dijo Sarto. ¿Está usted pronto a partir? contesté con un suspiro.

Para que el hombre se eleve, para que exista el progreso es necesario que prescindamos de ese respeto exagerado á la costumbre, que no temamos crearnos necesidades. Las necesidades son acicates que sacuden nuestra indolencia.

Prescindamos de la mayor o menor antigüedad de la especie humana. Dejemos a la prehistoria, ya fundada en la geología, ya valiéndose del estudio comparativo de los idiomas y de otros primitivos documentos, conceder muchos miles o pocos miles de años a la existencia del hombre en nuestro planeta.

Es sabido que la escala musical se expresa por una serie de números fraccionarios que representan las vibraciones del aire. Basta hacer la prueba para convencerse de ello. Prescindamos por un instante de la idea de extension, y notaremos que nos es imposible dar un paso. Los ejemplos aducidos en los párrafos anteriores para probar la proposicion segunda, hacen inútiles otras explicaciones.

Prescindamos, no obstante, de comparaciones. No digamos, como D. Hermógenes, que todo es relativo. Y sin exageración veamos lo que se debe sentir, pensar y afirmar de las corridas de toros, no en otro siglo, sino en el nuestro, y no en remotos países, sino en la culta y cristiana Europa, de que forma parte nuestra España.

Habrá familias que vivan á la francesa, ó fuera de la ley de Dios, y con las cuales no recen, por consiguiente, estas bases. ¡Prescindamos de semejantes excepciones! La norma es la que digo. Y aun hay más. En cambio, la mujer, dentro de la casa, á puerta cerrada, trabaja cuanto humanamente puede, á veces más de lo que nadie imaginaría, atendida la posición social de la señora.

Palabra del Dia

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