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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Ella había visto en los circos y en los pugilatos de boxeadores musculaturas más poderosas.
Desde entonces vivió en un estado de perpetua irritación, siguiendo con afanoso interés los incidentes del litigio, apurando al procurador, a los abogados, buscando influencias que contrarrestasen las poderosas del duque.
Las regiones volcánicas encierran en sí los tesoros del globo, y poderosas virtudes de fecundidad. Ellas fueron las que dotaron á la tierra estéril, pues debió brotar la vida del polvo de sus lavas, de sus cenizas siempre calientes.
Sólo a la vista de un sombrero caprichoso, o al recibir la noticia de la llegada de una compañía dramática, o al anunciarse que el Casino daría una reunión de confianza, ardía súbito en sus corazones el fuego sagrado de la inspiración, despertábanse sus poderosas facultades poéticas, y en arrebatado vuelo salían de casa y se lanzaban a la de la modista, a la guantería, a la perfumería, dejando en todos los parajes señales de su agitación y alguna parte del peculio profecticio.
Sube a una tolva, transpone la balaustrada y vuelve a bajar deslizándose por la escalera. Después desaparece en la sombra de las máquinas, en el sitio en que las ruedas poderosas alzan sus masas gigantescas. Juan la deja hacer; entonces no hay peligro, entonces todo está inmóvil. Algunos segundos después, la joven reaparece.
¡Pero, señor! exclamó Jacobo exasperado . ¿Son estas las gentes timoratas?... ¿De dónde saca mi mujer esos aires de independencia?... Nosotros no estamos separados legalmente y la ley me autoriza para reclamar cuando quiera a mi mujer y a mi hijo. La marquesa se irguió entonces en su butaca, arrogante y amenazadora, desplegando por vez primera sus poderosas alas de águila.
Su corazón latía con violencia lleno de extrañas aspiraciones bajo el humilde sayal franciscano. Su corazón se agitaba en la vejez acaso con más poderosas energías que en la juventud.
En los insomnios, en las exaltaciones nerviosas, que tocaban en el delirio, las visiones místicas, las intuiciones poderosas de la fe, los enternecimientos repentinos le habían servido de consuelo unas veces y de tormento otras.
¿Qué debéis callarla? exclamó el duque, cada vez más atónito. Así lo creo dijo Stein ; y este deber me priva del único consuelo que me quedaba, el de poder desahogar mi corazón en el del noble y generoso mortal que me abrió su manos poderosas y se dignó llamarme su amigo. ¿Y adónde vais? A América.
Pero no os habéis olvidado de mí... me alegro... soy vuestro amigo... nos iguala la nobleza y el celo con que entrambos servimos á su majestad. ¿Y... vuestro tío? añadió sonriendo el conde . ¡Pobre Francisco Montiño! creo que le suceden grandes desgracias. Pero debéis olvidar eso y tender las alas, que las tenéis poderosas.
Palabra del Dia
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