Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 13 de mayo de 2025
»Sin embargo, debo volver a entrar, con los mejores modos, para anunciarle el peligro...». Levantó el picaporte de la puerta que se le acababa de cerrar..., pero volvió a dejarle caer. Se sentía muy débil. No había cenado. Veía chispitas rojas en el aire. Había que tomar algún alimento y dejarlo todo para mañana. Ya era, así como así, muy tarde.
Venían por el arco que da a la Plaza Mayor: doña Manuela, agitada, llevando alguna delantera a sus hijos y con el picaporte en la mano; Tirso, de hábitos y recientemente afeitado, detalle de aseo raro en él; Leocadia lucía puesta la mejor ropa que le quedaba, y a falta de primores en el traje, se había hecho un peinado muy llamativo. Pepe se adelantó al encuentro de su madre.
Pasó por dos veces frente a los rayados cristales de la barbería, sin atreverse a poner la mano en el picaporte, y acabó por salir al campo, siguiendo la orilla del río, lentamente, con la vista fija en aquella alquería azul, que nunca había llamado su atención, y ahora le parecía la más hermosa del dilatado paraíso de naranjos.
Pido ahora perdón por estas últimas páginas; pero, como el fin de la jornada se acerca y pronto vamos a separarnos, cuento con que serán leídas con aquella paciencia, llena de vagas esperanzas, con que se oye el último párrafo de un fastidioso que tiene el sombrero en una mano y la otra en el picaporte.
Volvió el picaporte y entró; como un juez que llega al sitio del crimen, rastreando la pista, y hace visita inquisitorial de muebles y objetos, para deducir de su posición la historia del delito, misia Gregoria paseó su mirada severa por la alcoba y la dejó caer terrible sobre el criminal: ahí estaba, abatido, con el gorro de terciopelo ladeado, durmiendo o fingiendo dormir.
Además, luego se irían a la misa del Gallo, y al volver se acostarían enseguida... Cogió un mantón y el picaporte, echó escaleras abajo, se metió en un tranvía y antes de una hora volvió trayendo en brazos a la niña dormidita y con una pelota entre las manos: la acostó en su cama y la durmió con un cantar.
Maltrana señaló riendo algunos de estos comercios, cuyo valor en conjunto no ascendía a más de tres pesetas. Sobre unos periódicos viejos exhibíanse martillos faltos de mango, cuchillos mellados y sin empuñadura, pomos de picaporte, petacas viejas, ejemplares mugrientos de revistas ilustradas.
Palabra del Dia
Otros Mirando