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No, no quiero explicaciones de ningún género, repuso con una precipitación entrecortada Amparo... comprendo... lo comprendo todo. ¿Lo manda él? El lo quiere... porque... No, ni una palabra más, padre Ambrosio: dígale usted que si él quiere... yo también quiero...; pero pronto... pronto por Dios... que yo pare al fin donde Dios quiera que vaya a parar.

Indica más civilización; pero para el que todavía conserva en la retina el recuerdo del mar antiguo, pare ése, la confusión moderna es un espectáculo lamentable.

Sucede muchas veces que mientras pasa el Mapono con el alma, especialmente si es de algún muchacho, la pide Tatusiso que se pare para limpiarle de las inmundicias, y si aquél lo rehusa, lo sufre unas veces; pero no pocas, encendido en cólera, coge al alma y la arroja para que se anegue en el río.

Y cuando, finalmente, aparecía Batiste, gritaban los pequeños de alegría, sonreía Teresa limpiándose los ojos, salía la hija á abrazar al pare, y hasta el perro saltaba junto á él, husmeándolo con inquietud, como si olfatease en su persona el peligro que acababa de arrostrar.

Anduvimos una legua: la sonda de tres varas. El 21, saliendo al amanecer, á la legua de camino encontramos una rancheria de 150 indios de toda chusma, al lado del N, que nos estaban aguardando dentro de unos sauces, y uno de ellos en voz alta, dijo: si no hay tabaco, no hay caballo. Comprendíle el misterio, y atracando la canoa donde estaban, dándoles tabaco y otras cosas, parè.

Francisco I, durante su forzosa permanencia en España, exclamó, admirado de la extraordinaria juventud de muchos soldados españoles: ¡Oh bienaventurada España, que pare y cría los hombres armados! L. Marineo, Cosas memorables, lib. Dedicatoria de Pobreza no es vileza, tomo XX.

No paré hasta la China, donde llegué con un intérprete que me dixo que era el pais donde se podia vivir alegre y libre: los Tártaros que le habian invadido todo lo ponian á sangre y fuego, miéntras que los reverendos padres jesuitas por una parte, y los reverendos padres domínicos por otra, decian que ganaban almas para el cielo, sin que nadie lo advirtiese.

Daba vueltas y saltos a un lado y otro, y de rato en rato, poniendo un dedo encima de otro, hacía mil cosas saltando. Yo confieso que entendí por gran rato que me paré desde algo lejos a verlo que era encantador, y casi no me determinaba a pasar. Al fin me determiné, y, llegando cerca, sintióme; cerró el libro, y al poner el pie en el estribo resbalóse y cayó.

En otra, una joven tocaba el piano, de espaldas a la calle: me paré un instante a escucharlo, y conmigo una mujer del pueblo que, metiendo la cara por las rejas, dijo: Señorita, señorita. La joven se volvió preguntando: ¿Qué se ofrece? Na, señorita; que me gutaba uté por etrá y quería ver si po elante... ¿Y cómo soy por delante? replicó la chica sin turbarse. Como un botón de rosa, mi corasón.

La mula, alta y forzuda, con grandes desolladuras por la falta de limpieza, llevaba el cabezón adornado con cintajos multicolores encontrados en la basura. Parecía una bestia de tribu marchando adornada a una fiesta salvaje. Esa me llevará dijo Coleta . ¡Eh, tío Polo... señor Polo, pare usted! Aquí hay amigos.