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Es inútil apartar los ojos y paralizar la memoria; se les encuentra en todas partes, tienen ocupadas todas las avenidas de nuestra existencia, y nos salen al paso para recordar sus beneficios, obligándonos a una gratitud envilecedora. ¡Qué servidumbre!... La casa en que vivimos la construyeron los muertos; las religiones ellos las crearon; las leyes que obedecemos las dictaron los muertos, y obra suya son también nuestras pasiones y nuestros gustos, los alimentos que nos sostienen, todo lo que produce la tierra roturada por sus manos, que ahora son polvo.

Obedecemos el uno y el otro, exclusivamente, ciegamente, a lo que nos encanta; lo que nos encanta es, tanto para él como para , imposible o poco menos, lograrlo; es una quimera o representa lo prohibido.

Nuestros actos están guiados por el deseo de conseguir un máximum de placer con una parte mínima de sufrimiento y de trabajo; ¿y qué mejor que el juego para obtenerlo?... Todos obedecemos á la esperanza y hacemos aquello que nos parece más ventajoso.

La vista de esos valles y esos montes serenó mi espíritu; el espectáculo sublime que ofrecen aqui el cielo y la tierra me reconcilió con la idea de una divinidad coexistente con el mundo; el orden que observé en todos los fenómenos me hizo reconocer la Providencia; y al volver la vista á mis semejantes, me vi obligado á sospechar que aun en medio del desorden que reina en las sociedades obedecemos sin sentirlo á una ley por la que tarde ó temprano se ha de cumplir nuestro destino.

«Hallándonos con este superior decreto que con la mayor veneración y rendimiento obedecemos; y siendo de nuestra obligación el poner todo nuestro desvelo y cuidado en el servicio de Nuestro Rey y Señor natural, aunque sea á costa de nuestras vidas, manifestando el debido vasallaje y lealtad de agradecidos hijos y afortunados vasallos de un Rey y Señor, de cuya soberana mano viven tan reconocidas y obligadas, nuestra seráfica religión y apostólica provincia de San Gregorio.

En todo caso, si no atentan contra la piel de los demás, ustedes exponen la suya. Los reglamentos de los presidios no son dulces y las represiones son terribles. Sabemos á lo que nos exponemos; dijo Tragomer. Obedecemos á consideraciones que no pueden ser pesadas con los riesgos que haya que correr. ¡Y por nada retrocederemos!