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Actualizado: 22 de junio de 2025
Su visita inoportuna no fue notada más que por dos o tres canarios, que movieron las alas estremeciéndose y ocultaron la cabeza entre la pluma. Siguió adelante. Las tórtolas también dormían; allí hubo ciertos murmullos de desaprobación, y don Víctor se alejó por no ser indiscreto.
A lo que yo respondí con otra mirada y un gesto: De lo mejor. Pero bien sabe Dios que ni la pregunta ni la respuesta se referían al estado del enfermo, sino al aspecto del temporal. Pasaron dos horas sin que dentro ni fuera de la casona ocurriera novedad digna de ser notada, y llegaron, pero sin el estrépito de costumbre, Lita y su madre y hasta el propio don Pedro Nolasco.
Algo de extraordinario debía de haber pasado durante su ausencia, y la fuga de Graciana había sido notada. La sirviente tuvo un acceso de nervios muy común entre las francesas y no se atrevió a entrar: colgada del brazo de Alejandro, tiritaba de miedo. El pardo vacilaba también, y caballeresco como era, no se atrevía a comprometer ni a abandonar a Graciana en la puerta.
Esta monstruosidad, notada de sus contrarios, les desmayó los bríos, y no osaron probarse en la contienda. Pusiéronle luego la ballesta en las manos y algunas flechas, y mostráronle un árbol muy alto y muy liso, al cabo del cual estaba hincada una media lanza, y en ella, de un hilo, estaba asida una paloma, a la cual habían de tirar no más de un tiro los que en aquel certamen quisiesen probarse.
La primera vez que Maurescamp y sus amigos vieron por entre el humo de sus cigarros a Juana sentada en uno de esos bancos, sintiéronse no solamente sorprendidos, sino también disgustados. Había entrado sin hacer ruido, sin ser notada, sentándose silenciosa y observaba a los tiradores.
A más de por hermosa en el grado especial en que lo era, por la historia que tenía, fue su aparición en los salones mucho más notada que otras semejantes: la mordieron las envidiosas con la saña de las grandes ocasiones; la compadecieron a gritos las pecadoras en secreto; los hombres la tuvieron quince días sobre el tapete en sus debates naturalistas, y los revisteros de salones soltaron toda la trompetería más sonora de sus órganos, en honra y gloria de la recién llegada al único mundo en que, según ellos, se podía vivir debajo de la luna.
Palabra del Dia
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