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Actualizado: 23 de noviembre de 2025
Estarán pintados en los libros como en los mapas muy pequeños que nos ofrecen á la vista dilatadas regiones: todo está cubierto de nombres, y de círculos, y de crucecitas, y de cordilleras de montañas y de corrientes de rios; pero medid con el compas las distancias, y andaos por el mundo sin otra regla; á menudo creeréis estar muy cerca de una ciudad, de un rio, de un monte, que distan sin embargo nada ménos que cien leguas.
Aresti, excitado por este estruendo, recordaba la famosa batalla de las Encartaciones, cuando el ejército liberal intentaba levantar el sitio de Bilbao por segunda vez. La ferocidad de los hombres, la triste gloria de la guerra y la destrucción, habían popularizado los nombres de dos humildes aldeas de Vizcaya.
Quedan además muy por bajo del nivel de los escritores seglares y de los escritores del clero y de los otros institutos religiosos. La fama al menos no hace resonar mucho sus nombres ni difunde su gloria.
Los nombres de todos ellos los conocía Ferragut por haberlos leído en las Trovas de Mosén Febrer, métrico relato en lemosín de los hombres de guerra que vinieron al cerco de Valencia desde Aragón, Cataluña, el Sur de Francia, Inglaterra y la remota Alemania.
¡Un príncipe!, ¡pues ya! dijo con sorna el general . ¿Por qué no han de llamarse las cosas por sus nombres? Lo que será es un carbonario, un propagandista, una verdadera plaga. ¿Y de dónde es ese príncipe?
Esto que en sí es muy bueno, tiene otro inconveniente, cual es, que en lugar de la verdadera filosofía de la historia se nos propina con frecuencia la filosofía del historiador. Mas vale no filosofar que filosofar mal; si queriendo profundizar la historia la trastorno, preferible seria que me atuviese al sistema de nombres y fechas.
Le daba por ahí, como a sus hermanos les había dado por otros temas; como a su padre le dio por la manía de poner a sus hijos grandes nombres, «por si algo se les pegaba». Tres varones tuvo y una hembra. Se llamaron los varones Héctor, Aquiles y Alejandro, y la hembra Lucrecia. Pero no le salió por este lado al buen señor la cuenta muy galana que digamos.
El año 1600 llegó á esta capital de Andalucía el gran poeta, que se hallaba entonces en toda la fuerza de su juventud y con toda la lozanía de su portentoso ingenio, y no vino solo, pues le acompañaba doña María de Luján, hermosa mujer, con quien tenía hacía tiempo amorosas relaciones, de las cuales eran fruto dos niñas, á la sazón de corta edad, y de nombres Mariana y Angela.
Lo mismo hicieron sus padres y los vecinos de sus padres. En aquellos barrios todos son paganos, á juzgar por los santos de sus nombres. Cafetera, para servir á ustedes, era el de mi personaje.
Algunas de esas nuevas familias se ilustraron y fueron ennoblecidas, porque muchas descendían de moros nobles. Pero los grandes de España, que tienen aquellos mismos nombres, llevan tan a mal ser confundidos con estas familias, como con las de los artesanos que se hallan en el mismo caso.
Palabra del Dia
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