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Actualizado: 27 de julio de 2025


Sed ad secundam cognitionem de mente habendam, non sufficit ejus præsentia, sed requiritur diligens et subtilis inquisitio. Unde et multi naturam animæ ignorant, et multi etiam cirra naturam animæ erraverunt. Propter quod August. dicit 10 de Trinitate, detali inquisitione mentis.

aquí si no me engaño la mente de Descartes; «yo quiero dudar de todo; me retraigo de afirmar como de negar nada; me aislo de cuanto me rodea, porque ignoro si esto es algo mas que una ilusion.

En el mero ejercicio de la fantasía y la festiva disposición de una mente en desarrollo, tal vez no hubiera mucho más de lo que se podría observar en otros niños dotados de facultades brillantes, excepto que Perla, por verse privada de compañeros de juego, acudía, para reemplazarlos, á los recursos que le prestaba su imaginación.

Si no llevamos estas cualidades á un alto grado de escrupulosidad, nos acontecerá con frecuencia el sustituir á la realidad las combinaciones de nuestra mente.

Si habia yo probado ántes vivísimas impresiones en presencia de las bellezas salvages de esa naturaleza grandiosa del llano Boliviano, y de la cordillera oriental, en donde la vida no entra para nada en el conjunto, pues que nada se encuentra allí de lo que respecta al hombre, cuánto mayores no serian ellas, al descubrir yo estos lugares animados, estas llanuras sembradas de edificios, esos campos ricos y abundosos que despertaban en mi mente la imágen de mi patria!

La primera idea que atravesó su mente fue la de un crimen. En sus músculos sintió estremecerse una fuerza centuplicada por la rabia. Preguntose por qué con sus manos no rompía el obstáculo tan sutil que la separaba de su dicha, y por un instante fue la hermana de aquellas Thyades que desgarraban en pedazos los leones y los tigres vivos.

Con tales pensamientos en la mente, a par que con notable destreza, y desarrollando la cinta que estaba enrollada en una carretilla, tomó Juana a don Paco las medidas convenientes.

Otra serie de consideraciones acudía luego a su mente para absolverla. Pues qué, ¿no era lícito amar la ciencia, la virtud y el ingenio que en el Padre resplandecían? ¿Qué mal había en mostrarlo?

Márchate ; corre, chiquillo, que te dejan aquí». No qué idea mortificó más mi mente: si la de quedarme a bordo, donde perecería sin remedio, o la de salir dejando solo a aquel desgraciado. Por último, más pudo la voz de la naturaleza que otra fuerza alguna, y di unos cuantos pasos hacia la borda.

porque supo de triunfos y derrotas, porque tuvo su cruz y su calvario; la sangre le ofrecieron los patriotas y el cerebro, ¡oh gran Apolinario! Era de hierro y de cristal tu mente; grandes ideas modeló su fragua; tuvo el vuelo del águila potente y la profunda claridad del agua. La vida concentró sus energías en tu cerebro luminoso y triste.

Palabra del Dia

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