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Actualizado: 25 de junio de 2025
Apenas estaría mediada aquella fiesta, que parecía absorber enteramente la atención del pueblo, cuando sobrevino algo que distrajo dicha atención, excitando la curiosidad general. Por el camino de Lisboa, y abriéndose paso por entre el apiñado gentío, aparecieron en sendos y magníficos caballos, ricamente enjaezados, dos muy lozanos caballeros, bizarramente vestidos de gala.
Casas, palacios, chozas, árboles y cielo, vuelven a mirarse con ansia y con amor en el líquido espejo de las aguas, velado antes y empañado por el frío. La cándida diadema que ciñe las cimas de los montes se derrite, aumentando las corrientes cristalinas. Los árboles, desnudos del verde follaje, brotan de improviso frescos pimpollos y renuevos lozanos, vistiéndose de tiernas y relucientes hojas.
Pero á veces sopla el mistral, hace frío, y yo no comprendo cómo pueden vivir tan lozanos, tan frescos, todos esos árboles tropicales, todas esas plantas que nacieron en atmósferas de horno.
Este jardín conserva todavía el mismo aspecto; únicamente los árboles, algo envejecidos, tapizan sus troncos con algunas manchas mohosas; pero los surcos de rosales y claveles extienden sus lozanos pimpollos sobre la arena de las sendas; y cantan los ruiseñores en las noches de estío entre los emparrados y las enramadas.
En el fiero ademan, en los lozanos Marciales aderezos y vistosos Bien os conozco, amigos, por Romanos; Romanos digo, fuertes y animosos; Mas en las blancas delicadas manos Y en las teces de rostros tan lustrosos Allá en Bretaña pareceis criados, Y de padres Flamencos engendrados.
Pero el ilustre Momaren quedó herido para siempre después de esta traición, y muy pocos le han visto sonreir. El dolor es el agua que riega los jardines de la poesía y hace crecer sus árboles más lozanos. Como usted notó durante la lectura de sus versos, este gran poeta sólo canta armoniosamente al recordar sus dolores.
Ofrecía el hermoso caserón un aspecto lamentable; en la huerta abandonada, las lilas mostraban sus ramas rotas, y una de las más grandes de un magnífico tilo, desgajada, llegaba hasta el suelo. Los rosales trepadores, antes tan lozanos, se veían marchitos. Subió Martín por su calle a ver la casa en donde nació.
Palabra del Dia
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