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Actualizado: 14 de junio de 2025
La necesidad apremiante de su organismo giganteo se imponía. En cambio, Cecilia apenas si tocaba en los manjares. Viendo en su plato dos pedacitos de jamón del tamaño de dos avellanas, preguntóle el joven: ¿Para quién hace usted ese plato, para el loro? No; es para mí. ¿Y no tiene usted miedo que se le indigeste? Era la primera chanza que se autorizaba con su futura.
Empaquetado todo el mundo, se confunden en el aire los ladridos del perrito, la tos del fraile, el llanto de la criatura, las preguntas del francés, los chillidos del bambino, que arrea los caballos desde la ventanilla, los sollozos de la niña, los juramentos del militar, las palabras enseñadas del loro, y multitud de frases de despedida.
Pero el individuo habilitado solamente para repetir como un fonógrafo, con o sin variaciones, lo que le han enseñado en la ciencia circunscripta por la fe, no podrá ser más que un loro sabio, de grande o aun de maravilloso vocabulario, y el país que cultive todos los poderes intelectuales del habitante estará siempre mucho más arriba del que sólo cultive alguna parte.
En este libro memorable habla su autor de su odio á las aves nocturnas y de la libertad que dió al loro que una prima suya tenía encerrado en una jaula; y asegura que los pájaros sostienen entre sí largas conversaciones, y que él mismo había aprendido el arte de entenderse con ellos; añadiendo otros muchos pormenores donosos á propósito del severo proceso que las aves incoaron contra él, y del que salió libre y sano merced á la bondadosa intervención de cierta urraca amiga suya.
Al pasar por el Mercado Nuevo, nos apeamos, recorrimos una de sus espaciosas galerías, vimos camarones, compramos por valor de un franco de esta fruta marítima, tornamos al coche, y en el momento de montar, levantamos los ojos, y vimos á una jóven como de diez y ocho á veinte años, que, sentada en el balcon de un piso segundo, se entretenia en dar muchos besos al pico de un loro.
Avanzaba el busto hacia el cristal para ver mejor la actividad devoradora de este estómago en forma de pirámide, que tenía en su cúspide una diminuta cabeza de loro con dos ojos feroces y en torno da la base la retorcida madeja de sus patas llenas de redondeles salientes.
Palabra del Dia
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