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Se sabe que entre la juventud más acalorada se ingieren ciertas personas que jamás tuvieron nota de liberales ni mucho menos. Dicen que esas personas trabajan continuamente para llevar al pueblo á los excesos que lamentamos. Esas gentes, señor, son, á mi modo de ver, los enemigos de V.M. Sobre ellos debemos dirigir los ojos de la vigilancia y la mano de la justicia.

Error lamentable del obispo de Cebú El prelado que acusó en la forma antes mencionada a las escuelas públicas, ha cometido un error lamentable. Por mi parte puedo asegurar que sus acusaciones despertaron en la curiosidad de investigar las causas de la inmoralidad y de la perversión de costumbres que dicho prelado, y nosotros con él, todos lamentamos.

Lamentamos sinceramente tener que decir esto, y no tanto por lo que con ello podamos mortificar á los GUERREROS racistas, como porque, hasta cierto punto, podrían interpretarse nuestras palabras en sentido desfavorable para el valiente Ejército de la República, puesto que al rebajar la calidad de los enemigos con quienes tuvieron que habérselas, parece como que se desmerita un tanto la labor heroica realizada por las tropas.

Sólo diremos que, en concepto de los facultativos más acreditados, no ha sido extraña a la pérdida que lamentamos la falta de condiciones higiénicas del edificio miserable que habitan las Salesas.

Al ver la trucha resbalar rápida por la masa líquida como un rayo de luz, no nos contentamos con sólo admirar la forma prolongada de su cuerpo y la maravillosa rapidez de sus movimientos, sino que lamentamos también no poder coger al animal y tener el placer de comérnoslo.

»Al enviarle las insignias de su grado, que había conquistado tan laboriosamente, lamentamos, señora, no poder unir la condecoración de los valientes que merecía desde hace mucho tiempo, tanto por la duración como por la importancia de sus servicios, y que le esperaba sin duda, después de una campaña que tendremos que terminar sin él.

Nada mas que setenta y dos, dixo el académico, y todos los dias nos lamentamos de tanta escasez; que nuestra imaginacion se dexa atras nuestras necesidades, y nos parece que con nuestros setenta y dos sentidos, nuestro anulo, y nuestras cinco lunas, no tenemos lo suficiente; y es cierto que no obstante nuestra mucha curiosidad y las pasiones que de nuestros setenta y dos sentidos son hijas, nos sobra tiempo para aburrirnos.

Nos lamentamos entonces de la inestabilidad de las cosas humanas y porque nosotros no tenemos ya aptitud para gozar de bellezas que nos arrebatan, acusamos locamente a la naturaleza de haber cambiado.