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Ahola no... teta caca... cosa fea... Ambos se divertían con tales simplezas. Era un medio de entretener el tiempo y de expresar su cariño. Toma teta díjole Jacinta metiéndole un dedo en la boca; y él se lo chupaba diciendo que estaba muy rica, con otras muchas tontadas, justificadas sólo por la ocasión, la noche y la dulce intimidad. ¡Si alguien nos oyera, cómo se reiría de nosotros!

Usted continuará administrándola como hasta aquí, pero nada más que administrándola. ¿Comprende usted lo que esto quiere decir? Las cuentas, bien justificadas, cada tres meses; y para lo restante, quiero decir, para lo imprevisto, para lo extraordinario que pueda ocurrir, yo sola y como mejor me parezca.

Las cadenas en que Tomasuelo gemía y gozaba á la vez de verse cautivo, estaban suavizadas para el mozo, y en cierto modo justificadas para el público, con notable habilidad y profundo instinto.

Ciertas palpitaciones nocturnas en particular, y mas ó menos unidas con padecimientos del estómago, se curan con este medicamento, cuyas relaciones con el nervio neumogástrico están bien justificadas.

Por otra parte, examinándolo bien, tal vez no están del todo justificadas las desaprobaciones que usted teme... Simón es un hombre superior, es muy querido y aun popular en todo el país, y si un día le tienta la política, no hay duda que puede abrirse camino hasta llegar al Parlamento.

Después de su ruidoso desafío, el esforzado Belinchón supo, aunque otra cosa afirmen algunos cronistas, gozar con modestia de la merecida fama y aureola que inmediatamente le circundaron. Quizá se fijen aquéllos para sustentar la opinión contraria, en haberse descubierto algunas provocaciones del insigne caballero a ciertos sujetos de la villa, no bastante justificadas.

Cerca de la mesa de billar, tomando café arrimados a un velador, el fiscal y dos amigos; y jugando chapó, con el estrépito de siempre, el Ayudante de Marina y Leto Pérez el farmacéutico: el primero sin corbata y con el cuello y el chaleco desabotonados; el segundo lo mismo, y además en mangas de camisa; licencias muy justificadas en aquella ocasión, porque tal era el calor que hacía, que «se asaban los pájaros», al decir del hijo del boticario sin apartarse mucho de lo cierto.