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Actualizado: 11 de noviembre de 2025
En Italia la celebran de mirabilmente colta. Sabe latín como Nebrija; sabe también algo de griego; ha leído los poetas e historiadores antiguos y clásicos y los de su patria, y entiende tanto de cuanto hay que entender, que pasa por un Pico de la Mirándola o por un Fernando de Córdoba, con faldas.
Había escrito yo un articulito vindicando la memoria de D. Pedro I de Castilla, demostrando que el título de cruel con que le apodaban la mayor parte de los historiadores no le cuadraba, y que mejor le venía el de justiciero.
De pronto aquel sol esplendoroso se eclipsa y quedamos dos siglos en oscuridad y tristeza. Sólo tal cual artista, aproximándose, aunque sin igualar jamás á aquellos genios, brilla como estrella solitaria y melancólica. Las explicaciones que los historiadores del arte suelen dar á este hecho sorprendente nunca me han satisfecho.
Gisbert de Rocafort siguió la misma fortuna que su hermano, pero según se colige de los historiadores de aquellos tiempos, no procedió tan disolutamente como él, aunque fué participante y compañero en muchos de sus delitos, y particularmente en la de Berenguer, y quiza por no tener el lugar de su hermano fué menos notado, porque los vicios se descubren mas en la mayor fortuna.
Tenía el suelo patrio embebido en la masa de la sangre, y por donde quiera que andaba con sus imaginaciones y sus discursos, iba a parar a él, y de él hablaba hasta con la lengua extraña de los poetas o de los historiadores o de los geógrafos de la antigüedad que le habían traído a cuento en sus estrofas o en sus libros inmortales.
Es posible que estos apologistas pagados hayan exagerado mucho sus hechos de armas, y es posible tambien que se haya perpetuado por la pluma de alguno de los cuarenta parásitos que le siguieron á la guerra de Cataluña, y cuyos nombres nos conserva Al-Makkarí, la accion siguiente, que tiene en verdad demasiado de épica, y que no recordamos haber leido en ninguno de nuestros historiadores.
Por lo demás, yo creo que en la prosperidad y en la grandeza de los estados ó reinos musulmanes que hubo en España, entran por mucho la ponderación y la jactancia de los historiadores. Entra también por algo la manía de no pocos críticos y pensadores modernos, de encarecer ó ensalzar demasiado cosas que, si bien son bellas ó buenas, no merecen tan ponderativos encarecimientos.
Y no se crea que es absolutamente necesario revolverlos todos, y que así este método se haga impracticable para el mayor número de los lectores; una sola página de un escritor nos pinta mas al vivo su espíritu y su época que cuanto podrian decirnos los mas minuciosos historiadores. Ejemplo sacado de las fisonomías, que aclara lo dicho sobre el modo de adelantar en la filosofía de la historia.
Los «guzleros» fueron los historiadores nacionales, y todos prolongaron la Ilíada servia improvisando nuevos cantos.
Esta misma pregunta se hacen los historiadores y no aciertan a contestarla; tantas y tales son las cosas excelentes que habría que contar. Además, de su matrimonio ha tenido dos hijos y una hija, y todos los ha educado cristianamente. De los hijos, uno fue duque de Maqueda; el otro, que se llamaba Alonso, murió de una caída de caballo. La hija fue condesa de Miranda.
Palabra del Dia
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