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Actualizado: 3 de mayo de 2025
12 La más heróica fineza y fortuna de Isabela, de Don Juan de Matos, D. Diego y D. José de Figueroa y Córdova, caballeros del hábito de Cristo, Alcántara y Calatrava. 1 El lazo, banda y retrato, de D. Gil Enríquez. 2 Rendirse á la obligación, de D. José y D. Diego de Figueroa. 3 El Santo Cristo de Calabria, de D. Agustín Moreto.
El hábito se lo había metido sin vacilar; pero al llegar a la cofia le había entrado una repugnancia tan grande, que por tres veces la arrojó al suelo diciendo: «¡Yo no me pongo este gorro!» Y otras tres la había recogido. Por fin, se la puso. Llegó otra vez la hermana y le pidió un espejo.
Animólas la gitana vieja, y entraron; y apenas hubo entrado Preciosa, cuando el caballero del hábito vió un papel que traía en el seno, y llegándose a ella se le tomó, y dijo Preciosa: ¡Y no me le tome, señor; que es un romance que me acaban de dar ahora, que aún no le he leído! Y ¿sabes tú leer, hija? dijo uno.
Es tambien digno de notarse que el movimiento discernido por el tacto, tampoco se refiere al objeto sino despues de haberse adquirido este hábito por medio de una comparacion repetida: si suponemos que por primera vez la mano se desliza sobre un cuerpo, no discerniríamos, si la mano se desliza sobre el cuerpo, ó el cuerpo debajo la mano.
Estando en hábito de penitente se le leyó su sentencia con méritos, abjuró de levi y advertida, reprendida y conminada, fue condenada en cien libras y en un año de destierro de esta Ciudad y cuatro leguas en contorno, con confinación en la Isla, pena de doscientos azotes.
Caro sería ello respondió Preciosa si nos pellizcacen. No, a fe de caballeros respondió uno ; bien puedes entrar, niña, segura que nadie te tocará a la vira de tu zapato; no, por el hábito que traigo en el pecho. Y púsose la mano sobre uno de Calatrava.
La prueba de que entregados con naturalidad á su propio entendimiento no verian tan erradamente los objetos, y de que el caer en ridículas aberraciones procede mas bien de un deseo de singularizarse convertido en hábito, está en que suelen distinguirse por un espíritu de constante oposicion.
Es indudable que este hábito de trabajar así, de abstraerse en la contemplación de su obra, de mirarla incesantemente, con la cabeza erguida y los ojos bajos, acentuó en gran manera la natural rigidez de su continente.
Todo el tiempo que permaneció allí habitó un toldo en el centro de un potrero de alfalfa, y ostentó, porque era ostentación meditada, el chiripá. Reto e insulto que hacía a una ciudad donde la mayor parte de los ciudadanos cabalgaban en silla inglesa, y donde los trajes y gustos bárbaros de la campaña eran detestados, por cuanto es una provincia exclusivamente agricultora.
No se rían señores... el hábito es la más exigente de las pasiones, y ustedes no saben a cuántos hace morir todos los años la pérdida de sus costumbres: «no hay poema, no hay canción que las celebre», diré, como mi amigo Uhland. Hacía un tiempo como para no sacar afuera las narices: lluvia, granizo y viento, todo a la vez.
Palabra del Dia
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