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Actualizado: 8 de junio de 2025


En el estado actual de la cultura hay generalísimos que son simples rancheros, y, por el contrario, hay miserables rancheros dotados de la chispa genial, hombres frustrados y menospreciados, que hubieran sido generalísimos por propio derecho, de existir la apropiada organización cultural cuartelariaSe me figura que, al escribir las líneas anteriores, Escobar pensaba en Belarmino y Apolonio.

Tan verdad puede ser lo de don Amaranto como lo de Escobar; y entre la verdad de Escobar y la de don Amaranto se extienden sinnúmero infinito de otras verdades intermedias, que es lo que los matemáticos llaman el ultracontinuo. Hay tantas verdades irreductibles como puntos de vista.

Froilán Escobar, alias Estudiantón y Aligator, murió de hambre, lo cual cae dentro de la lógica inmanente de las cosas.

Para don Amaranto, el dramaturgo es el que penetra en el drama individual; y el filósofo, el que se aleja de él. Para Escobar, el que penetra en el drama es el filósofo, y el dramaturgo es el que permanece a distancia. ¡Desconcertante disparidad y contraposición de los humanos pareceres! La doctrina de don Amaranto es refutable, y no menos defendible; y otro tanto la de Escobar.

Si menciono aquí los papeles póstumos de Escobar, no es porque me hayan recordado a don Amaranto, sino porque en ellos se habla de Belarmino y Apolonio, y señaladamente que me proporcionaron un documento curioso y útil, del cual puede aprovecharse asimismo el lector. Copiar todo lo que a Escobar se le ocurrió acerca de los dos zapateros, sería enfadoso.

Y para que así conste á S. E. el Duque mi señor en cumplimiento de su citada orden habiendo tenido presente las memorias antiguas que le acompañaban y se devuelven por esta Contaduría la firmamos en Sevilla á 2 de Agosto de 1751. D. Nicolas Ortiz de Escobar. D. Antonio Ruiz de Rebolledo .

Hay un cuartito que comunica con el salón de actos, desde donde se oye todo divinamente. A ese cuartito irán algunas personas que no gustan de mezclarse con el público, por razones dignas de respeto; por ejemplo: Escobar, el Aligator. ¿Cómo se iba a sentar él, con aquella ropa de pordiosero, al lado de las señoras? En suma: que usted viene con nosotros.

Tal vez se me acuse de sobrado optimista y facilitón; pero yo entiendo que no merecen censura, sino elogio, las composiciones premiadas de los Sres. D. Miguel Gutiérrez, D. Angel del Arco, D. Narciso Díaz de Escobar, D. Juan F. Muñoz y Pabón y D. Pedro Riaño.

D. Domingo Mateu, de este comercio; el Sr. Dr. D. Juan José Paso, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. Francisco Antonio Herrero, vecino y de este comercio; el Sr. D. Domingo Achaval, idem; el Sr. D. José Martinez Escobar, idem; el Sr. Dr. D. Simon Cosio, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. Ildefonso Paso, vecino y del comercio; el Sr. Dr.

¿Le enojaré, señor Belarmino dijo al despedirse si vengo por las tardes, de vez en cuando, a conversar un rato con usted? Tendré un gran espasmódico respondió Belarmino, impasible. Escobar no sabía qué decidir. Aquel gran espasmódico que Belarmino iba a tener, caso que Escobar viniese de visita, ¿en qué consistiría? ¿Le recibiría bien, o le despediría con cajas destempladas? Volvió a probar.

Palabra del Dia

consolándole

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