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Es tal la abundancia de garzotas en la provincia, que se suelen ver sobre sus campos, bosques enteros blanquando á lo léjos como si estuviesen cubiertos de nieve.

Todos los monteros de la comarca, al pasar, iban a estrecharles la mano, y luego se reunían a su alrededor, formando así una especie de grupo aparte. Tales hombres hablaban poco, porque habían adquirido la costumbre de pasar callados noches y días enteros, a fin de no espantar la caza.

Dejamos las canoas y el Paraná para ir por tierra en la provincia de la nacion de Tupís, donde empieza la jurisdiccion del rey de Portugal: el camino dura seis meses enteros, y hay en él muchos desiertos, montes y valles que pasar, tan llenos de fieras, que de miedo no podíamos dormir seguramente. Los indios de esta nacion se comen á sus enemigos.

OTRA FÓRMULA. Se baten tres huevos enteros con cien gramos de azúcar; se agregan tres cucharadas de harina y, como las anteriores, se prepara el molde y se mete al horno.

Es curioso para el viajero ver en la mitad de una llanura desierta y abandonada uno de esos pozos, que tienen como la forma exterior de un horno, donde la impasible mula da vueltas y vueltas para hacer surgir el agua, sin que nadie la guie. El hábito tiene allí el lugar del hombre; el animal trabaja sólo hasta por dias enteros.

Los que morían dejaban una cama libre á los otros que iban llegando. Desnoyers vió cestos que goteaban, llenos de carne informe: piltrafas, huesos rotos, miembros enteros. Los portadores de estos residuos iban al fondo de su parque para enterrarlos en una plazoleta que era el lugar favorito de las lecturas de Chichí.

En corroboración de esto, puedo decir que tardé más de dos años en distinguir la fea de la guapa; hoy ¡ah! hoy ya es otra cosa; he comido mucho plátano, y he estado trimestres enteros sin ver siquiera un cuarto de cara de las de allá, así que puedo asegurar que Angué es muy guapa. Fotografiémosla.

Joven, buen mozo, admirablemente educado, y rico: enérgico para los demás, blando para su mujer: trabajador sin exceso para que no la dejase sola días enteros, y algo laborioso para que el ocio no le indujese a malos pasos: de claro entendimiento para que no hiciera mal papel, pero condescendiente, bondadoso, débil, a fin de que ella pudiese dominarlo.

Vos tendríais por esforzado campeón al que en un solo día venciese á siete poderosos rivales. Pues ¿qué me decís del justo que ataque, venza y subyugue á esos otros siete y más poderosos enemigos del alma, los pecados capitales, con algunos de los cuales ha de durar su lucha años enteros?

Mire que no hay gigante ni caballero alguno, ni gatos, ni armas, ni escudos partidos ni enteros, ni veros azules ni endiablados. ¿Qué es lo que hace? ¡Pecador soy yo a Dios!