Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 8 de junio de 2025


Frente a nosotros estaba la de Enríquez, con su novio; más allá, la mamá y la tía Etelvina, y en medio de ellas, don Alejandro, más sombrío y ojeroso que nunca. Elenita charlaba por los codos con el pollo Lisardo. Joaquinita y Suárez hablaban, aunque no tan animadamente, allá lejos, cerca de los marineros, y Pepita se encargaba de darnos matraca a todos.

Elena estaba asomada ya a uno de los balcones presenciando la llegada de la comitiva. ¿Con quién ha venido usted, Núñez? le preguntó desde arriba. ¡No sea usted indiscreta, Elena, no me obligue usted a ruborizarme! Bueno, si usted no me lo dice pronto lo averiguaré replicó ella un poco intrigada. No hay secreto ninguno, Elenita: ha venido conmigo dijo Barragán.

Observé que Elenita no estaba acongojada ni mucho menos, antes se mostraba alegrísima, acribillándole a sonrisitas y miradas tiernas, lo cual no era óbice para que las prodigase también a todos los jóvenes «en disponibilidad» que asistíamos a la tertulia. Llegué a imaginar que aquella vivaracha joven se gozaba en las angustias y los desvelos de su maestro.

Los marineros, que también participaban de él, se habían descuidado, y la falúa, abandonada a misma, se acercó a la orilla y embarrancó. En vez de susto, lo que aquel lance produjo fue risa y algazara. Los marineros se remangaron los pantalones y se echaron al agua, y al momento nos pusieron a flote. Pero la paciencia del tío de Elenita había tocado a su fin.

Después de merendar nos fuimos al salón. Elenita se puso a teclear en el piano, antiquísimo, de voces cascadas y metálicas: un verdadero trasto. Temblé que comenzase a cantar alguna de sus romanzas sentimentales, y más cuando vi acercarse al presbítero y decirle algunas palabras al oído; pero no fue así.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando