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Informé fielmente a Roberto de lo que había observado y le pregunté además si no había hecho quizá esperar su visita para aquella época, pues toda la manera de ser de Marta me parecía provocada por una sobreexcitación enfermiza de la espera. Tuve ocasión de estar satisfecha de los conocimientos psicológicos de mis diecisiete años, pues mis previsiones eran justas.

Siempre había sido muy aficionado a representar comedias, y le deleitaba especialmente el teatro del siglo diecisiete. Deliraba por las costumbres de aquel tiempo en que se sabía lo que era honor y mantenerlo.

Pero si las leyes providenciales ó fatales, por cuya virtud se ordenan los acontecimientos humanos, hacen que el Dios Término retroceda, no por eso España ha de creer menoscabada su honra. Antes pudiera salir del mal el bien, y acrecentarse la honra de España, si, por ejemplo, las dieciséis ó diecisiete Repúblicas que han nacido de su seno, llegasen á estar florecientes y poderosas.

Sin embargo, ora fuese por candorosa coquetería, o sea por deseo de lucir la gallardía de su persona, deseo de que no se daba cuenta, ora porque Juanita necesitase del ejercicio corporal y de mostrar y desplegar la energía de su sana naturaleza, Juanita, aun cumplidos ya los diecisiete años, gustaba de ir por agua a la fuente del ejido, allanándose a veces, a pesar de la desahogada posición de su madre y de ella, a ir al albercón a lavar alguna ropa, cuando la ropa era fina y temía ella, o aparentaba temer, que manos más rudas que las suyas la estropeasen.

49 Entonces Ocozías hijo de Acab dijo a Josafat: Vayan mis siervos con los tuyos en los navíos. Mas Josafat no quiso. 50 Y durmió Josafat con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David su padre; y en su lugar reinó Joram su hijo. 51 Y Ocozías hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, el año diecisiete de Josafat rey de Judá; y reinó dos años sobre Israel.

A los diecisiete había publicado su primer tomo la poetisa Barrett Browning, que desde los diez escribía en verso y prosa. Robert Browning, su marido, publicó el Paracelso a los veintitrés. A los veinte había escrito Tennyson algunas de las poesías melodiosas que han hecho ilustre su nombre.