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Actualizado: 27 de noviembre de 2025


Para tomar su punto de partida hacia más elevados destinos, la Naturaleza prefiere experimentar un encanto inmovible, penetrando en el obscuro sepulcro de ese triste comunismo en que cada elemento desempeña un papel insignificante, y enseña á dominar la inquietud individual, á concentrar la substancia en beneficio de las vidas superiores.

El cual era apreciable persona, sólo que de cortos alcances, con un familión sin fin, y una señora á quien le daba el hipo por lo elegante. Había desempeñado el tal buenos destinos en la Península, y en Ultramar, y lo que trajo de allá, no mucho, porque era hombre de bien, se lo afanó el usurero en menos de un año.

La madre lamentaba que no fuese militar, considerando sus aficiones como algo que torcía los altos destinos de la familia. El profesorado, las ciencias y la literatura eran refugio de los judíos, imposibilitados por su origen de obtener un grado en el ejército.

Situaciones tan diferentes; destinos tan encontrados de un mismo edificio prestan materia al hombre reflexivo para filosofar sobre la variedad tan pasmosa de las épocas, y para lanzarse en un vasto océano de profundas meditaciones. Fiestas que se celebraron en la ALJAFERIA con motivo de las coronaciones de diversos reyes.

Esta cancion leida en momentos solemnes en que muchas creencias flaqueaban, traducida en medio de estudios sérios que debian influir en los destinos de un pueblo, é interpretada con el auxilio de las «Palabras de un Creyente» que traían á la memoria las esperanzas de la primera edad, no dejó de contribuir en algo á robustecer mi en la doctrina de la verdad, y el triunfo definitivo de los buenos principios.

Un chico tan sin segundo, tan extraordinariamente dotado por Dios en talento y finura, no podía degradarse en oficios mecánicos y bajos menesteres. Darle carrera poco lucida habría sido contrariar sus altos destinos. Tenía doña Laura un hermano, que era y es afamado ortopédico de Madrid, hombre que ha labrado una fortuna en su taller.

Es un santo, y pues lo es, haga un milagro: devuélvale a mi hija la vida y la salud...» Pero ¿qué hace, padre mío? El cura se había levantado, con la tristeza retratada en el semblante. ¡Ay! exclamó. Me apena muy de veras su dolor; le compadezco y siento en el alma no poseer la virtud que me atribuye, pues no me es dable otra cosa que elevar mis preces a Aquel que dispone de los destinos humanos.

En una ocasión de aquéllas, al sentir en su pecho la respiración soñolienta de la mujer, díjola con melancólica dulzura: Y pensar, Aixa, que vendrá, tal vez, un día en que al encontrarnos por alguna calleja nos miraremos con odio. Será o no será respondió la sarracena. Los destinos van colgados de nuestro cuello.

¡Extraña obra que, por lo pronto, ejecutan ustedes derramando sangre! ¿Usted cree que una, diez, cien vidas importan cuando están en juego los destinos de todos? Ustedes que tienen miedo a la sangre, la derraman a torrentes en las guerras; tan grande es su horror a la sangre, que la suprema preocupación de los gobernantes consiste en armar a los pueblos.

Más adelante se gobernó solo, y casi siempre desempeñó elevados y ubérrimos destinos, con intervalos de cesantías; que nada hay estable ni completo en este mundo. Gozaba reputación de honrado, lo que el predicador declara con gusto, aunque esto de la honradez bien sabemos todos que ha llegado a ser una idea puramente relativa. De sus principios políticos no queremos hablar, porque no hay para qué.

Palabra del Dia

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