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Actualizado: 19 de junio de 2025
A esto había contestado Serafina con extraña sonrisa: «Pero si tu mujer vive a lo gran señora, despreocupada, y sabe lo que es el mundo...». Esta idea de la tolerancia perversa de su mujer sublevaba los sentimientos morales de Bonis; no admitía la hipótesis. «No; su mujer no podía despreciarle ni despreciarse hasta ese punto». En fin, no transigió.
Aquella señora, todo Vetusta lo sabía, era una mujer despreocupada, tal vez demasiado; era una original.... Entonces... acaso... ¿por qué no?... una cita.... Ellos, al fin, se entendían algo, no tanto como algunos maliciaban, pero se entendían.... Ella le miraba en la iglesia y suspiraba.
Aquí la nieta paralizó la lengua del desengañado abuelo, que tales cosas decía, dándole, de pronto, un beso en cada mejilla, y despidiéndose luego de él con una zalamería, de expresión tan confusa, que le dejó dudando si era un embuste de su incredulidad despreocupada, o el disimulo de una pesadumbre.
Mejor es dijo el filosófico Arturo dar de nuevo las cartas, llamarle La Suerte y comenzar el juego otra vez. Se señaló, pues, día para el bautizo. A juzgar por la despreocupada irreverencia que reinaba en Campo Rodrigo, puede imaginarse lo que venía a significar dicha fiesta.
Que, por entonces, era Verónica la que merecía las preferencias corteses del incombustible caballero; que hablaban a menudo; que la conversación de él le parecía muy amena y entretenida a ella, y que, según ella podía juzgar, no le desagradaba la suya al otro; que de esta mancomunidad de complacencias, había ido naciendo como cierto propósito de variar de tema en las conversaciones, y de meter la sonda de la curiosidad en las espesuras del alma y en las profundidades del pensamiento; que se andaba tiempo hacía en preparativos de ello, más o menos ingeniosos, y que todo esto y mucho más podía hacerse entre un hombre tan desapasionado como Guzmán, y una mujer tan despreocupada como ella, sin que el amor interviniera para nada en el juego... ¡Amor!
Bien me parece esa cortesía respondió Bermúdez agarrándose a la brazola mientras Nieves se sonreía despreocupada ; pero en todas partes, después del saludo al aire libre, vuelven las gentes a cubrirse y a enderezarse, y aquí observo que pasan las cosas de otro modo: el Flash, después de saludar, continúa inclinándose y andando a más y mejor.
Habia podido comparar la vieja España, representada en Toledo, con la España regenerada y progresista, revelada en Barcelona y Madrid: la primera basada en el aislamiento, inmóbil, indolente, rezandera en demasía, miserable y mendicante: la segunda buscando el progreso en la libertad y el movimiento, despreocupada, tolerante y pensando seriamente en lo porvenir.
Palabra del Dia
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