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Actualizado: 7 de julio de 2025
Hay absurdo, pero hay al menos la consecuencia de la absurdidad. El argumento que acabo de proponer fundado en la extension, si bien es concluyente en todos los supuestos, lo es mas, si cabe, admitiendo con Descartes que la esencia de los cuerpos consiste en la extension. En este caso, las varias partes de la extension se distinguen esencialmente, pues cada parte constituye una esencia.
Cuando Descartes decia «yo pienso» entendia por esta palabra todo acto interno, todo fenómeno presente al alma inmediatamente; no hablaba del pensamiento tomado en un sentido puramente intelectual, sino que comprendia todo aquello de que tenemos conciencia inmediata. «Por la palabra pensar, dice, entiendo todo aquello que se hace en nosotros, de tal suerte, que lo percibimos inmediatamente por nosotros mismos; así es que aquí el pensar no significa tan solo entender, querer, imaginar, sino tambien sentir.
Sin haber definido la palabra poner, sin haber dicho nada mas que lo que sabe todo el mundo: que el yo es el yo, infiere que el yo existe porque se pone, y se pone porque existe; identifica la existencia con el poner, sin reparar que eran necesarios cuando menos algunos preliminares para atreverse á combatir de este modo el sentido comun y la doctrina de todos los filósofos incluso Descartes, que para la operacion exigen la existencia, y reputan por contradictorio que una cosa pueda ser activa sin existir.
Pero no era esta innovacion mi objeto principal; sino el manifestar la confusion de ideas que hay en este punto cuando se examina si el principio que contiene la legitimidad del criterio de la evidencia debe ser considerado ó nó como fundamental y preferido al de contradiccion y al de Descartes. El principio de la evidencia no es evidente. Demostracion.
Nada he querido prejuzgar aquí sobre estos puntos, porque me reservo ventilar largamente dichas cuestiones, al tratar de la idea del ser en general. Por donde se echa de ver que en el sistema de Descartes entran dos principios ligados entre sí, pero muy diferentes: 1.º el hecho de conciencia del pensamiento; 2.º La regla general de la legitimidad del criterio de la evidencia.
Podrán suscitarse disputas sobre el carácter distintivo de esta naturaleza; sobre si es ó nó una fuerza como pretendia Leibnitz, ó si su esencia consiste en el mismo pensar, como opinaba Descartes; pero estas cuestiones son ajenas de la que ahora ventilamos; ¿hay algo real y permanente entre la variedad de los fenómenos internos? sí ó nó.
Descartes entiende por pensamiento todo fenómeno interno de que tenemos conciencia. Para consignar este hecho, no necesita analizar proposiciones, ni confundir el entendimiento, cuando cabalmente es menester mas claridad y precision. Para llegar al mismo hecho Fichte da largos rodeos, Descartes lo señala con el dedo, y dice: aquí está. Lo primero es propio del sofista, lo segundo del genio.
Insuficiencia de la verdad real finita. Dos conocimientos de la verdad primera. Necesidad de fecundar las verdades reales con verdades ideales. La unidad de Descartes es triple. La ley única del universo. Sus reaciones con la ciencia trascendental. CAPÍTULO VII. Esterilidad de la filosofía del yo para producir la ciencia trascendental. Conciencia y evidencia.
Los filósofos habláron todos á la par, como ántes, pero todos fuéron de distinto parecer. Citó el mas anciano á Aristóteles, otro pronunció el nombre de Descartes, este el de Malebranche, aquel el de Leibnitz, y el de Locke otro.
¿Entonces, se nos dirá, en qué consiste el mérito de Descartes? En haber aplicado una regla que todos conocen, y pocos emplean; y en haberlo hecho en una época en que la preocupacion á favor de las doctrinas aristotélicas, era todavía muy poderosa.
Palabra del Dia
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