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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Fue la condición que habían de correr una carrera de cien pasos con pesos iguales; y, habiéndole preguntado al desafiador cómo se había de igualar el peso, dijo que el desafiado, que pesa cinco arrobas, se pusiese seis de hierro a cuestas, y así se igualarían las once arrobas del flaco con las once del gordo.»
Del mérito del romance encomiástico bastará a dar una idea este fragmento: Más que Rey, Cid de los montes fué por su arrojo tremendo, por fortunado en la lidia, por generoso y mañero; Roldan de tez africana, desafiador de mil riesgos, no le rindieron bravuras, sino a dides le rindieron. Por supuesto, que el poeta agotó la edición y pescó buenos cuartos.
Pero esta noche te declaro aquí que no conseguirás de mí ni un penique más de la suma que se te paga ahora todos los meses. Para sellar mis labios interrumpió. Y vi en sus negros ojos un relámpago maligno, criminal. No necesitas tenerlos sellados más tiempo replicó de un modo abiertamente desafiador. Yo misma voy a manifestar la verdad, y poner así fin a este brillante plan tuyo de chantaje.
El Nacional conocía la historia política del país en relación con la tauromaquia, y a la par que execraba al Sombrerero y otros lidiadores partidarios del rey absoluto, hacía memoria del arrogante Juan León, desafiador de los públicos durante la época del absolutismo, el cual se presentaba a torear en traje negro, ya que a los liberales les llamaban «negros», y tenía que salir de la plaza entre las amenazas del populacho, afrontando impávido sus iras.
Del antiguo seminarista bordelés, del bizarro galán joven del teatro del Gimnasio, ya no quedaba nada: los ojos habían perdido su mocero ardimiento; los labios, pálidos, temblaban en el óvalo pulcramente afeitado del rostro enjuto; el ademán era frío y borroso; el busto se inclinaba hacia la tierra; en el mento, antes desafiador y petulante, ya no quedaba voluntad.
Palabra del Dia
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