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Pero como todo lo que tenía de salvaje en la acepción completa de la frase el licenciado, lo tenía de activo, hizo llamar á aquella hora, que ya era bien entrada la noche, á un escribano, empezó por encabezar el proceso con la declaración testimoniada de lo que le había acontecido con el hombre de la capa, sin olvidarse de unir la denuncia original, é incontinenti con el mismo escribano y diez alguaciles, fuese á la calle de Amaniel, y con las linternas cerradas y la mayor cautela, escondiéronse él y sus gentes, de tal modo, que nadie, como no hubiera tenido la cualidad de oler á la justicia, hubiérala creído en aquellos lugares.

La falta de propiedad, aunque una posesion inmemorial se la haya dado, hace que anden errantes, porque se apareció un propietario por una reciente denuncia, que ò los desaloja ó hace feudales.

Philippe Loubière, traductor literario francés, denuncia por su parte la preponderancia del inglés que se ha apoderado de la red. Explica en marzo de 2001: "Todo lo que puede contribuir a la diversidad lingüística, tanto en la web como en otros ámbitos, es indispensable para la supervivencia de la libertad de pensamiento. No exagero en absoluto: el hombre moderno se juega en ello la supervivencia.

Aun no habia corrido un mes desde la denuncia, cuando ya se oficiaba á la Córte de España diciéndole: "que á excepcion de dos, que habian buscado amparo en las colonias extranjeras, los demás cómplices se hallaban presos." Don Manuel Grial, capitan retirado y Don José Maria España eran los referidos prófugos.

El inspector escuchó su denuncia con indiferencia y sólo respondió con un «bien, bien; ya veremos: no hay que preocuparse de eso» que dejó descorazonado a nuestro profesor. Es que, señor inspector, si esa canalla se obstina en armar bronca no respondo de lo que pueda suceder en el teatro. Pierda usted cuidado; yo respondo de ellos... y de usted también replicó el inspector con sorna.

¡Pero, Medea!... ¡Silencio! ¡hombre sin pudor!... ¡habráse visto canalla igual!... ¡corriendo las calles de noche, echando cuchufletas a las sirvientas en las puertas de calle! ¡Vea usted! ¡Esa manga denuncia al canalla!

La intimidad de Blázquez Serrano con los culpables hacía verosímil la denuncia, con sólo presentarle como a uno de esos vasallos hipócritas que dan su sonrisa al monarca y el corazón a los rebeldes, y se hacen encontradizos en palacio, justamente cuando va a estallar en algún punto del reino la mina que ellos mismos ayudaron a socavar. Una carta de su maestresala trájole la primer advertencia.

Una denuncia representaba declaraciones y toda clase de molestias. ¿Para qué?... La Guardia civil perseguía inútilmente al bandido, y al enfadarse éste con los denunciantes, los bienes quedaban a merced de su venganza, sin protección alguna. El marqués hablaba del Plumitas y sus hazañas sin escándalo alguno, sonriendo, como si se tratase de una calamidad natural e inevitable.