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Actualizado: 3 de julio de 2025
No la dulcificó el viejo marinero cuando la sardinera volvió á encararse con él; antes bien, cargó de nubes el ya tempestuoso cariz de su entrecejo, y por toda respuesta á tantas preguntas y declamaciones, largó á su vecina, á quemarropa, con la voz de un cañonazo, esta sola palabra: ¡Bribona!
No vayamos a las declamaciones, amigo Valle: la pena de muerte debe de subsistir mientras haya criminales que la merezcan. V. es muy joven, querido, y tiene las ideas generosas, pero irreflexivas, propias de la juventud. Cuando V. haya vivido más, verá que no puede gobernarse con el corazón, sino con la inteligencia.
Claras muestras de lo que Virués hubiera hecho en circunstancias más favorables, se descubren en todas sus obras, en las cuales brilla á veces un vigor extraordinario, que se pierde en la balumba de sus declamaciones, aunque de vez en cuando pinte los trágicos afectos con singular fuerza.
Algunos no parecían sentir el contagio de su entusiasmo. ¡La guerra!... Con la imaginación veían los negocios paralizados, los corresponsales en quiebra, los Bancos cortando los créditos... una catástrofe más pavorosa para ellos que las matanzas de las batallas. Pero aprobaban con gruñidos y movimientos de cabeza las feroces declamaciones de Erckmann. Era un Herr Rath, y además un oficial.
Todavía en el camino, aunque le hizo el caballo a todo correr, pugnó el Vizconde por fortalecer su espíritu y por creer que lo que había leído no podía tener mal resultado y era sólo conjunto de burlas o de declamaciones, inventado por Rafaela para lucirse y hacer gala de las muchísimas cosas que había aprendido durante su larga estancia en París y de lo acicalado y agudo que había llegado a ponerse su ingenio.
En el lugar en que escribió el historiador, en las formas políticas de su patria, en el espíritu de su época, en la naturaleza de ciertos acontecimientos, y no pocas veces en la particular posicion del escritor, se encuentra quizas la clave para explicar sus declamaciones sobre tal punto, su silencio ó reserva sobre tal otro; porqué pasó sobre este hecho con pincel lijero, porqué cargó la mano sobre aquel.
Seamos pues pacientes, sufridos, tenaces en la esperanza, benévolos con nuestro tiempo y con la sociedad en que vivimos, persuadidos de que uno y otra no son tan malos como vulgarmente se cree y se dice, y de que no mejorarán por virtud de nuestras declamaciones, sino por inesperados impulsos que nazcan de su propio seno.
A tales afirmaciones contestó el potro inglés, por boca de su amo, diciendo, que no eran más que «huecas declamaciones», y que cuando el paseo estuviese abierto y terminado, ya se vería. Y en efecto, después se vio que el potro tenía razón. El paseo de coches, no sólo no ha quitado belleza al Retiro, pero le ha añadido cierto esplendor fastuoso que antes no tenía; a cada cual lo suyo.
«Seguramente es menester que haya usted sufrido mucho me escribía Agustín, contestando a las declamaciones muy exaltadas que le dirigí pocos días después de la partida de Magdalena y su marido; pero, ¿por qué? ¿por quién? Continúo proponiéndome cuestiones que nunca quiere usted resolver.
Entró en la sala que también estaba a oscuras, penetró en el gabinete de su tía, que a la misma boca de lobo se igualara en lo tenebroso, y allí se le redobló la facundia, y la energía de sus declamaciones rayaba en frenesí.
Palabra del Dia
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