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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Á fe mía, Chandos, dijo el príncipe mientras cabalgaba junto al canciller por las estrechas y tortuosas calles de la ciudad, camino del palenque; bien quisiera yo romper una lanza en estas justas, suponiendo que los jueces de campo no me creyesen indigno de alternar con tan famosos campeones.

Gentes del otro hemisferio ojeaban impacientes el horizonte, creyendo ver asomar a ras del agua la famosa Cruz del Sur... No se distinguía aún; pero dentro de cuatro o cinco días la verían elevarse majestuosa en el firmamento. Y muchos parecían entusiasmados con esta esperanza, como si al contemplar la constelación admirada desde su niñez se creyesen ya en sus casas. La noche era calurosa.

Pero vuelta ésta al redil, sola, y en el supuesto, nada aventurado, de que el suceso hubiese transcendido, por muy honrada que volviera, ¿habría muchas personas que lo creyesen, y, entre éstas, una que se atreviera a pedir su mano?

7 Y después de grande contienda, levantándose Pedro, les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la Palabra del Evangelio, y creyesen. 8 Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo también como a nosotros;

Y los reyes se alegraban de que los pueblos creyesen esto; y los sacerdotes decían que era verdad, para que los reyes les estuvieran agradecidos y los ayudaran. Y así mandaban juntos los sacerdotes y los reyes.

Eran los «gallegos», los conductores forzudos, a los que se confundía, fuese cual fuese su origen, en esta denominación geográfica, como si los hijos del país no se creyesen aptos para ningún trabajo constante y fatigoso. Bebían ávidamente el agua, y si había próxima una taberna, se insubordinaban contra el director del «paso» reclamando vino.

En el ambiente agrio y polvoriento de la casucha, veían desarrollarse con los ojos de la imaginación ciudades fantásticas, y preguntaban candidamente sobre los alimentos y costumbres de las gentes de por allá, como si los creyesen seres de distinta especie.

Se ha impuesto al Gobierno de Buenos Aires como una falta haber promovido esta cuestión, cuya solución debía ser tan funesta para él mismo y para la civilización; pero toda civilización, como las religiones mismas, es generalizadora, propagandista, y mal creería un hombre que no deseara que todos creyesen como él.

Y preguntándole ella a qué era ido a su casa tan a deshora y con tal estrépito de aldabadas, y tal y tan pavoroso acompañamiento de alguaciles, él, oyendo su voz, que era meliflua y clara y sonora, figurósele que se había bajado del cielo a la tierra un ángel, y disculpose, y disculpó a la Inquisición, diciendo que de puerta se había engañado, y que no era allí donde él iba, sino a casa de un cierto rapista que en la vecindad vivía, y que el diablo sin duda, por amparar al susodicho, había hecho que él y sus alguaciles creyesen barbería la que era noble casa de viejo solar; y rogándola encarecidamente le perdonase, besola las manos y pidiola licencia para irse.

Sea que no les fuese posible, ó que no lo creyesen conveniente, no enseñaban estos misioneros á los indígenas otra industria que la de cultivar la tierra; así pues, solamente aprovechaban los productos de esta, que consistian en cacao, coca, y multitud de otros frutos naturales estraidos de las florestas.

Palabra del Dia

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