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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Si resultó lo contrario, bien pudo decir Fernando de Rojas lo que dice el beneficiado: «que si la juventud tomase de aquí ocasión para pecar, eso no es culpa de esta obra, sino de nuestra mala condición, la cual, como estómago muy corrompido, la medicina que se le da para su salud la convierte en malos humores.»
Parece, pues, lo verosímil que los tres retratos estuvieran pintados cuando hizo Velázquez el de Felipe IV, y que, para hermanarlos con éste, los retocara ligera y bravamente, dándoles, en particular al de Felipe III, un aspecto grandioso que no tenían: con lo cual, las que hoy serían obras poco interesantes, lo son muchísimo, pues en ellas se ve cómo el genio, con poco esfuerzo, convierte en superior lo que, a duras penas, era mediano.
América necesita mantener en el presente la dualidad original de su constitución, que convierte en realidad de su historia el mito clásico de las dos águilas soltadas simultáneamente de uno y otro polo del mundo, para que llegasen a un tiempo al límite de sus dominios.
Esta luz, más caliente, se mezcla con la frialdad de los rayos de la luna, y puede decirse que dota de corazón, de ternura y de sensibilidad humana, las formas que evoca la fantasía. De imágenes de nieve que son, las convierte en hombres y mujeres.
A fuerza de cavilar y sutilizar llega hasta el punto de alucinarse á sí mismo, y lo que al principio fuera un pensamiento vago, sin estabilidad ni consistencia, se convierte en verdad inconcusa. Las excepciones embarazarian demasiado; lo mas sencillo es asentar una proposicion universal: hé aquí el axioma.
La escena es, ya en Bengala, ya en las islas Canarias, ya en España. En El prodigio de Etiopía se apodera un moro, por astucia, de la hija del Rey de Egipto, haciéndose pasar por su amante; huye con ella, se convierte en salteador, comete los mayores crímenes y muere al fin ermitaño y mártir.
Después manda enganchar el carruaje y se va. Ese año, el otoño ha llegado muy pronto. Desde hace ocho días sopla un viento nordeste, agudo y penetrante, como si se estuviera en noviembre. Los aguaceros azotan en los vidrios, y ya se extiende sobre el suelo una capa de hojas de tilo, de color amarillo obscuro que la humedad convierte en barro. ¡Qué pronto llega la noche!
Cuando el mísero chiquillo, medio ahogado, se sintió libre de aquella estatua de plomo que a poco más le convierte en oblea, miró hacia atrás.... La niña había desaparecido. Perucho no olvidará nunca el desesperado llanto que derramó por más de media hora revolcándose entre las espigas.
#El agua de la ciudad# En nuestros países de la Europa civilizada, donde el hombre interviene por todas partes para modificar la naturaleza á su gusto, el arroyo cesa de ser libre y se convierte en cosa de los habitantes de sus riberas. Lo utilizan, según les conviene, para regar las tierras ó para moler el trigo.
Cuando la atencion se convierte sobre mí, sobre la conciencia de mis actos interiores, sobre mi existencia, la duda se detiene, no puede llegar á tal punto, encuentra una tal repugnancia, que las suposiciones mas extravagantes no alcanzan á vencer.» Esto es lo que indican sus mismas palabras, mas al consignar este hecho se eleva á una proposicion general, muy verdadera sin duda, saca una consecuencia, muy legítima tambien; pero que para nada eran necesarias en el caso presente, y que ó explicaban mal su misma opinion ó la hacian vacilar.
Palabra del Dia
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